_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pánico de reposición

La entrevista a Pablo Iglesias en 'El hormiguero' dio miedo porque dejó claro que no podremos soportar otra campaña electoral

Íñigo Domínguez
Pablo Iglesias, en 'El hormiguero'.
Pablo Iglesias, en 'El hormiguero'.Alvaro García
Más información
Punto para Iglesias
Los creadores invisibles de la televisión
La sonrisa del capitán Motos

Ver aparecer a Pablo Iglesias en El hormiguero la noche del lunes tuvo algo de sorpresa incómoda porque uno creía que eso ya lo había dejado atrás. A los cinco minutos Pablo Motos le estaba preguntando por Cataluña y era una gran pereza, porque el líder de Podemos ya lo ha explicado mil veces, y esta era otra más, y por qué oírla y no cambiar de cadena. En su última aparición en el programa Iglesias le dio el récord de cuota de su historia, un 21,7%, y habrá que ver los datos el martes. Pueden diferir ligeramente porque ha sido como una reposición. Era como oír la misma entrevista, salvo el elemento nuevo de la negociación en marcha, que tampoco es nuevo, porque llevamos tres meses y medio con esta historia. Fue curioso, en todo caso, comprobar que Iglesias se trabajó mucho más el tono coloquial: explicando cosas, en tono de fábula, a esos muñecos que son hormigas, metiendo por ahí “carajo”, “leñe”, todo muy informal. “Gobernar es un marrón”, en definitiva. Ah, y los “diputados jabalís” (sic).

Quedaba echar mano de alguna pregunta jocosa del material acumulado, como el esmoquin de los Goya, que le quedaba grande porque lo alquiló un amigo, al margen de los propios objetivos de Iglesias en la entrevista, apuntados seguramente en algún cuaderno, como explicar varias veces con humildad —qué bien la interpreta este hombre— lo de la vicepresidencia a la que ha renunciado.

El deja vu fue completo, y aterrador, cuando Pablo Motos se sintió obligado a repetir un número que quedó a medias en el programa anterior: un árbol en el que habían colocado a modo de hojas conceptos y temas políticos que el líder de la formación morada debía podar. La otra vez cortó dos, la monarquía y el concordato con la Iglesia, pasaron a publicidad y a la vuelta ya no estaba. ¡Censura!, gritaron las redes sociales. Motos, picado, explicó que fueron las prisas y volvió a sacar el árbol. La sensación de que esto ya lo habíamos visto se disparó a la estratosfera: era exactamente lo mismo que habíamos visto. Pero es que han transcurrido cinco meses justos desde aquel 3 de noviembre, cuando había tanta curiosidad e interés por el líder de Podemos, en unas elecciones tan emocionantes, antes de la efervescencia de políticos haciendo el indio en la tele. La constatación casi daba nostalgia de lo apasionados que estábamos todos, antes de saber que íbamos a caer en este muermo.

Ahora estamos en la temporada repetida. Ya lo hemos visto todo, nos sabemos los diálogos, no tenemos intriga. Solo queremos que acaben de una vez. Se vio clarísimo, hasta dio miedo: no seríamos capaces de soportar otra campaña electoral. Fue desasosegante llegar a agradecer que pusieran a Iglesias a tocar los timbales o, aún mejor, a presenciar juegos de llamas en la oscuridad, en un descanso de los sentidos, con tal de que no siguiera la entrevista. No por él, por Pablo Iglesias, que hace lo que puede y se explica bien. Hubiera sido lo mismo con otro, y ojalá no empiecen a invitarlos a todos otra vez, como en los recitales de viejas glorias de Las Vegas. Por favor, capítulos nuevos y que se pongan a trabajar.

Recibe el boletín de televisión

Todas las novedades de canales y plataformas, con entrevistas, noticias y análisis, además de las recomendaciones y críticas de nuestros periodistas
APÚNTATE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_