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CRÍTICA | LEJOS DE LOS HOMBRES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una victoria moral

Un fotograma de 'Lejos de los hombres'.
Un fotograma de 'Lejos de los hombres'.

El exilio y el reino, recopilación de seis relatos que Albert Camus publicó en 1957, pocos meses antes de recibir el premio Nobel de Literatura, encerraba en su propio título su clave unitaria de interpretación, que convertía al volumen casi en una ilustración narrativa de muchas de las ideas expuestas en su ensayo de 1951 El hombre rebelde. Daru, el maestro de escuela aislado en un pequeño pueblo de Argelia que protagonizaba uno de los relatos —El huésped—, podría elevarse a perfecta encarnación del héroe camusiano, así como a sujeto paradigmático de esa tensión de contrarios sintetizada en el título: un tipo escindido entre el exilio, o la constatación de una falta de sentido unitario en la existencia, y el reino, o el imperativo de construirse un sentido moral propio en esa zona de desvalimiento que es un mundo sin Dios, fracturado por los enfrentamientos entre las irreconciliables leyes de los hombres. En El huésped,un gendarme se acerca a la escuela donde Daru imparte sus clases para encomendarle la misión de acompañar a un reo común —un campesino que ha asesinado a su primo— a la localidad donde le enjuiciarán.

LEJOS DE LOS HOMBRES

Dirección: David Oelhoffen.

Intérpretes: Viggo Mortensen, Reda Kateb, Djemel Barek, Vincent Martin, Nicolas Giraud, Antoine Régent, Yann Goven.

Género: drama. Francia, 2014.

Duración: 101 minutos.

“En aquel desierto nadie era nada, ni él ni su huésped. Y sin embargo, Daru sabía que ni el uno ni el otro hubieran podido vivir de verdad fuera de aquel desierto”, escribía Camus reforzando la importancia, física y simbólica, de un paisaje que el cineasta David Oelhoffen convierte en un personaje más en Lejos de los hombres, su muy particular lectura del relato. En la película, como en su base literaria, el telón de fondo es la Guerra de Argelia, pero Oelhoffen es consciente de hasta qué punto la historia nos apela a todos, aquí y ahora, y de ahí probablemente surge una de las decisiones más interesantes y provocadoras: traicionar a Camus siendo, al mismo tiempo, escrupulosamente fiel a las implicaciones de su pensamiento.

Lejos de los hombres convierte El huésped en un western, donde el trayecto físico ofrece la primera desviación con respecto al original. Un western minimalista donde dos extraños —Viggo Mortensen y Reda Kateb en igualado duelo de sobriedades— aprenden a descifrarse entre el vacío y la destrucción. Oelhoffen acaba siendo más optimista que el lúcido desencantado de Camus, en un gesto que parece fruto de una concienzuda y coherente reflexión.

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