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Después de la inundación

Inició este relato la escritora Pilar Adón (Madrid, 1971), poeta, novelista y cuentista. En noviembre, Galaxia Gutenberg publicará su próxima novela

Ilustración de Nicolás Aznárez.
Ilustración de Nicolás Aznárez.

Revisó su casa minuciosamente antes de salir. Cerró la puerta y comenzó a bajar las escaleras. Allí seguía el mismo hombre durmiendo. Ella no dijo nada; pasó junto a él intentando hacer el menor ruido posible para no molestar, pero se fijó en sus botas. Era una masa borrosa e informe doblada sobre sí misma, pero sus botas no. Sus botas parecían tener una existencia independiente. Sucias,manchadas de barro y cubiertas hasta la mitad por el abrigo grisáceo y el montón de bolsas a las que el hombre se abrazaba. Por un momento, tuvo miedo de que estuviera muerto.

Anoche ya estaba allí. En la misma posición. Alguna vez se había colado un borracho en la finca, pero el cóctel pestilente de alcohol barato y orín le abofeteaba el rostro nada más salir al rellano provocándole arcadas. No podía verle el rostro, pero no parecía ebrio. Era una larva humana con húmedo olor a fango y soledad. El portero del edificio no tardaría en llegar y hacerse cargo del asunto. Ella se dispuso a abrir el portal y, en ese momento, escuchó una voz ronca que pronunció su nombre.

Lo miró extrañada y con cierta aprensión y miedo porque ese desconocido supiera quién era ella. -No me reconoces, ¿verdad? Mientras lo miraba paralizada y fijamente se dio cuenta de que esos ojos formaban parte de su pasado. Era Javi, su primer amor y tal vez el único de verdad. El que todavía aparecía en sus sueños más calientes y sensibles. Se le veía tan mayor y tan gastado que le sobrevino una pena y una ternura tal vez desajustadas. Tras una escueta puesta al día, lo invitó a subir casa.

Remontar cada escalón le suponía una hazaña. Un cementerio de cruces de barro se desprendía de aquellas suelas de cemento. Sacó las manos de los bolsillos, ajadas, oscuras, para ayudarse con la barandilla. Dijo que no sabía adónde ir, que la crecida había derruido muros, desplazado puentes, que los cadáveres flotaban por las calles; la periferia estaba arrasada y solo La Ciudadela, sobre la colina, continuaba en pie. Él seguía hablando, pero ella solo podía escuchar el acuoso rumor de su mirada.

Entraron en la casa. Él se dejó caer derrotado sobre el sillón, en la alfombra quedaron marcadas sus huellas y el barro se extendió por el salón. Estaba confundida, no entendía nada de lo que decía. No sabía que era La Ciudadela y desconocía de que colina hablaba. Le ofreció un café. "¿No tienes Whisky?", dijo él. Con la copa en la mano, continúo el relato. Evidentemente sufría algún delirio. Se paró pensativo y preguntó: ¿En qué año estamos? Ella, extrañada, se dio cuenta de que no lo sabía.

En el exterior llovía con fuerza, un cielo preñado de truenos se cernía sobre Lucas, trabajador del turno de noche que fumaba su tradicional cigarro antes de comenzar otra extraña jornada, al abrigo de la parada de autobús que había frente al Psiquiátrico. Desde allí, veía a Sonia y Javi, dos de los internos, hablando. "¿Qué sería hoy?", se preguntó. Javi bebía de un inexistente vaso. Tiró el cigarro, lo pisó con la bota embarrada, suspiró y entró al centro dejando sus huellas tras de sí.

Los autores de los relatos más votados son: Susi Bonilla, Javier Palanca, Juancho Plaza, Emilio Vázquez y Joaquín Lorente, respectivamente.

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Para participar y votar

Cada lunes un escritor empezará un relato que los lectores de EL PAÍS pueden continuar. Ese texto añadido se elegirá entre los enviados por los lectores y así cada día hasta el viernes, cuando un último texto cerrará el cuento. En la edición impresa del domingo se publicará el relato completo, con los créditos respectivos de cada autor. Se trata de elaborar un relato coral, un juego literario más conocido en el argot creativo como cadáver exquisito.

Los textos de los lectores deben tener un máximo de 500 caracteres. Los participantes deben registrarse. Las aportaciones se recibirán hasta las 13.00 (hora peninsular española) de cada día. Entonces, la sección de Cultura elegirá tres propuestas para que los lectores de EL PAÍS voten en la web la mejor continuación del cuento. El horario de votaciones de los lectores será entre las 16.00 y las 19.00 (hora peninsular española). Después se publicará el párrafo más votado en la edición digital y volverá a comenzar el período de envío de propuestas.

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