_
_
_
_
_
nueva temporada de las ventas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Iván Fandiño, el héroe derrotado

No triunfó, pero el torero demostró que es posible otra fiesta de los toros

Iván Fandiño, con el cuarto toro de la tarde.
Iván Fandiño, con el cuarto toro de la tarde.claudio álvarez

Una monumental división de opiniones despidió a Iván Fandiño cuando el torero atravesaba el ruedo de la plaza al final de la corrida en la que había lidiado con escasa fortuna seis toros de hierros legendarios. Pero lo hizo con paso firme y convencido, seguramente, de que había realizado la mayor gesta de su vida, sin suerte, sin recompensa y con el sabor de la derrota en los labios.

Se marchó Fandiño, pero quedó en la plaza el aroma de un héroe; vencido, pero un héroe cuya gesta debiera marcar un antes y un después en la moderna tauromaquia. Una heroicidad es llenar la plaza de Las Ventas en pleno mes de marzo. Esa es una hazaña reservada para muy pocos. Otra, y no menos importante, es encerrarse con seis toros de las ganaderías más temidas por la torería andante, nombres que asustan con solo nombrarlos; y una tercera, si cabe, salir por su propio pie de la plaza, que no es poco.

SEIS GANADERÍAS / IVÁN FANDIÑO

Toros: 1º, de Partido de Resina, manso y flojo; 2º, de Adolfo Martín, noble y descastado; 3º, de Cebada Gago, manso y soso; 4º, de José Escolar, bravo y deslucido; 5º, de Victorino Martín, devuelto al lesionarse una pata; 6º, de Palha, bravo y deslucido; sobrero de Adolfo Martín, bravo y deslucido.

Iván Fandiño: pinchazo, estocada que asoma, dos descabellos y el toro se echa (silencio); media atravesada y dos descabellos (silencio); estocada atravesada y un descabello (silencio); media y un descabello —aviso— y cinco descabellos (algunos pitos); dos pinchazos y estocada (silencio); dos pinchazos y un descabello (división de opiniones).

Plaza de las Ventas. 29 de marzo. Inauguración de la temporada. Lleno de "No hay billetes". Se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del reciente accidente aéreo.

No triunfó. Bueno, si triunfa con los toros que le tocaron en suerte, lo suyo hubiera alcanzado el nivel de una epopeya verdaderamente histórica. Pero Fandiño ha demostrado algo muy importante: que es posible otra fiesta de los toros, basada en la emoción del protagonista fundamental de este espectáculo; ha demostrado que el aficionado está cansado de animales aborregados y moribundos, y que son necesarios héroes de verdad, capaces de apostar por la muerte o la vida, por el éxito más rotundo o el fracaso más discutido.

Por eso, en la derrota más cruel, Iván Fandiño ha firmado una página brillante de su propia historia y para la gloria de la fiesta taurina.

Todo comenzó a contrapelo. Mientras hacía el paseíllo, un grupo reducido de antitaurinos intentó romper el festejo y fue desalojado por la policía. Pero fastidiaron la solemnidad del primer acto, que sería su pretensión. Después, el primer toro de Partido de Resina, guapo como él solo, se agotó pronto y se paró en el tercio final. Brindó el segundo al respetable, al que veroniqueó con hondura pegado a tablas, pero el animal de Adolfo Martín solo aguantó la primera tanda con la mano derecha. Deslucido y malaje el de Cebada Gago. Sorprendió el cuarto, de José Escolar, en su embestida larga al capote del torero, y protagonizó un espectacular tercio de varas con la colaboración de Israel de Pedro, que dejó dos buenos puyazos. Sorprendió la aparición de un espontáneo que fue reducido con eficacia y rapidez por la cuadrilla. Acudió con alegría en banderillas y permitió el lucimiento de Javier Ambel con el capote, y de Jarocho y Víctor Martínez con los garapullos. Pero demostró finalmente que su carácter era áspero, correoso y sin brillo. El quinto, que se lució también en varas, fue devuelto por lesión, y el sobrero de Adolfo, que acudió con presteza al picador, desarrolló mala clase al final. El último, de Palha, sorprendió gratamente en el picador y se rajó completamente después.

Fandiño estuvo, es verdad, por debajo de lo esperado. Encorsetado, atolondrado a veces, sin frescura con capote y muleta; mal, muy mal, con la espada, y evidenció lo mucho que pesa Madrid. Todo eso es cierto. Como lo es que en su derrota hay que reconocerle que solo un héroe es capaz de jugársela como él lo ha hecho. El muy serio compromiso de Fandiño no debería caer en saco roto.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_