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Vhils: “Aprovecho lo que la ciudad desprecia”

El portugués, autor de un vídeo para U2, es uno de los tres mejores artistas callejeros del mundo, según la CNN

El artista Vhils, en su taller de Lisboa.
El artista Vhils, en su taller de Lisboa.Joao Henriques

Este sí, este no, este tampoco y este también; Vhils está en su taller, agachado sobre un amasijo de cartones. Con un cúter corta triangulitos para que broten colores y formas donde antes solo se veía carne de estercolero. La cara que surja formará parte de la serie Superposicionesdel artista Alexandre Farto, Vhils (1987).

El año para este joven portugués ha sido trepidante y paradójico. Artista de la calle, metió su obra en una exposición monumental en Lisboa, y fue la más visitada del año; el grupo irlandés U2 le encargó un vídeo para su último disco y, en diciembre, la cadena televisiva CNN le señaló como uno de los mejores artistas callejeros del mundo (junto a POSE y Shamsia Hassani).

Cuando el mural se integra con las humedades, la obra se completa

Las características caras de Vhils no se ven a un metro de distancia, saltan a los ojos cuando se conduce por un barrio maldito de Los Ángeles o se camina por una callejuca de Shanghai, Moscú o Tudela (España). En su taller lisboeta, un equipo de seis personas se ocupa de la infraestructura de sus montajes. “A veces busco por propia iniciativa lugares abandonados, a veces me llaman de comunidades con problemas porque quieren dar visibilidad a sus reivindicaciones”, explica. Así surgió la colaboración con la favela Providenze, en Río de Janeiro, donde las caras de los vecinos aparecen agrandadas en los muros por los que transitan. “Últimamente me invitan más de bienales y de organismos oficiales; pero no tengo tiempo, necesito estar en mi estudio”, aclara

Su estudio es un taller junto a la vía del tren, cerca de la lisboeta Plaza de España. De vez en cuando una camioneta descarga desechos urbanos. Nadie apostaría por que ahí se trame algo bueno.

Apuntes vitales

A los 13 años comenzó a pintar paredes de Lisboa.

Vivió en Barcelona, cuando era la capital del arte en la calle de Europa.

No pasó el corte en la Escuela de Bellas Artes de la capital portuguesa. En la de Berlín, su libro de grafitis le abrió las puertas.

Inaugura en Lisboa la gran muestra, Disección, diseccionar la ciudad.

U2 le encarga un vídeo y la CNN los sitúa entre los tres mejores artistas callejeros.

Vhils es hijo del grafiti. Nació y creció en la margen sur del Tajo, entre suburbios-dormitorios, un entorno urbano degradado y marginado. “A los 13 años comencé a pintar en paredes de Lisboa; luego fui a Barcelona, que era el centro europeo del arte en la calle. Fue fundamental para mi desarrollo artístico, aunque creo que ahora la ciudad ya no quiere a los street artists”, relata. La Escuela de Bellas Artes de Lisboa le dio la espalda: “No conseguí la nota de corte, pero mi book de trabajos callejeros sí fue suficiente para entrar en la escuela de Berlín”.

El lienzo de Vhils se llama ciudad, aunque para él no necesite pinceles; escarba las paredes, “superficies orgánicas que absorben lo que les rodea, la lluvia y el sol”. A base de martillo y cincel, taladros y grúas que suben y bajan, se acercan y se alejan, Vhils hace hablar a las paredes, y sus rostros van surgiendo de la decrepitud, donde quedarán para seguir absorbiendo la energía del lugar, a menudo, estercoleros públicos y socorridos urinarios.

“Mi trabajo aprovecha lo que la ciudad desprecia tras haberlo usado”, apunta. A su taller llegan montones de carteles pasados de moda; caras de políticos prometiendo la luna, a euro el lomo de cerdo, modelos con una dieta infalible, vuelve James Bond... “Forman parte de la historia de una ciudad”, y de ella, Vhils entresaca nuevos retratos de viejas vidas.

No ve contradictorio que un creador urbano sea objeto de una gran exposición

A Vhils le gusta ver envejecer sus grandes rostros sobre las paredes viejas. “Cuando el mural va integrándose con las humedades, las grietas y la contaminación, la obra se completa”. El nombre de su magna exposición de Lisboa lo decía todo, Disección, diseccionar la ciudad, una especialidad entre la autopsia, la arqueología y la antropología.

Una muestra por todo lo alto parece que va en contra de la ideología del artista callejero, como si Vhils, Alexandre Farto, fuera ya parte del sistema: “Es algo que solo se le cuestiona al street artist. Jamás se le pregunta a un pintor por qué expone en una galería o al escritor por qué vende sus derechos a una editorial. Para mí, no supone contradicción alguna. Siempre he trabajado dentro y fuera; en estudio y en la calle; dentro hago lo que quiero y fuera tengo que estar en contacto con la comunidad donde voy a trabajar; es su barrio, su entorno y me tengo que atener a sus reglas”.

El año lo va a comenzar en Corea del Sur, con rostros psicodélicos unidos a la música, y seguirá en Washington, en el Kennedy Center. Su siguiente reto es domeñar al rey de la metrópoli, al cemento. “Simboliza la degradación de la ciudad, quien nos come parques y horizontes”. Del cemento armado ha sacado en Alemania un rostro de 10 por 5 metros. “También quiero hacer hablar al cemento”, afirma.

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