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Pedro Casablanc: "Este país y la picaresca no defraudan nunca"

El actor se reencarna como arquitecto en un potente monólogo y retoma el papel de Luis Bárcenas

Andrea Aguilar
El actor Pedro Casablanc en su estudio.
El actor Pedro Casablanc en su estudio.Uly Martín

Su reputación le precede. Cuentan sus colegas que no es extraño que haga muecas, burlón, desde el escenario, desconcertando a quien deba darle la réplica. Así que verle abrir la puerta de su piso en el pueblo de Torrelodones vestido con chilaba encaja perfectamente en el repertorio de Pedro Casablanc. Él matiza que se trata de una gandora (prenda marroquí similar en hechura, pero sin capucha). Así le gusta estar en casa y, al fin y al cabo, creció en Marruecos, en la misma ciudad de la que tomó prestado su apellido artístico, y le quitó una "a".

Aquello del nombre de Casablanc ocurrió en Sevilla, donde llegó para estudiar Bellas Artes. La idea de actuar ya le rondaba —"yo quería ser Olivier en Espartaco"— , y aunque su padre le animaba a que terminara y se sacara una oposición de profesor en un instituto, el tirón de las tablas pudo más. Grupos independientes de teatro, ahí se curtió: "Eran compañías guerrilleras de las que se vivía muy mal. Estabas 18 horas montando un tablao en un pueblo y una hora de función. Entonces como ahora, el teatro siempre está en crisis. Pero hoy nos encontramos en el desencanto absoluto con leyes que abogan por la destrucción de la cultura". De Sevilla llegó a Madrid para unirse al elenco de la Abadía en los noventa. Ha compaginado televisión, cine y teatro, y su dominio del francés le llevó el año pasado al Odèon de París con un texto de Labiche.

Los pinceles de aquel destino interrumpido como pintor, permanecen en su estudio, cubiertos con una sábana detrás del sofá. A Casablanc le queda poco tiempo para pintar. "Estudiar, estudiar y estudiar, ese es mi trabajo", explica. Aunque asegura que no iría tan lejos como Spencer Tracy, con aquella definición que decía que la actuación se reducía a saberse el texto y no chocar con los muebles, aprender a conciencia sus papeles es la base sobre la que construye su trabajo: "Tienes llegar a un punto en el que poder olvidarlo para dedicarte al resto".

Los malos siempre tienen algo que hacer, son personas ocupadas, tienen ambición por trepar, por tramar, mentir

El "resto" ha sido particularmente intenso este año. Hasta el 7 de diciembre interpreta el monólogo, escrito y dirigido por el director del Festival de Aviñón, Olivier Py, Hacia la alegría en el teatro de la Abadía, un texto denso plagado de imágenes, en la que Casablanc muta en arquitecto con crisis espiritual y creativa. En diciembre en Barcelona retomará la obra Ruz / Bárcenas, una coproducción del Teatro Lliure y el Teatro del Barrio. "Es una obra importante, aunque con tantos casos se ha quedado antiguo", bromea. En política propiamente dicha, dice que hay malos actores y, sin embargo, en la trasposición de esas tramas reales a los escenarios ve un filón muy interesante. "La realidad es tan desmesurada que hay que trasladarla tal y como es", dice. "Este país y la picaresca no defraudan nunca".

Achaca a su pinta de "persona segura" el que le hayan llegado personajes de malos y poderosos. "Detrás de eso siempre hay un ser humano", reflexiona. "Y además los malos siempre tienen algo que hacer, son personas ocupadas, tienen ambición por trepar, por tramar, mentir". Ha interpretado desde el Tirano Banderas de Valle-Inclán —“su radiografía del carácter español es tan cierta y fiel”— hasta a Mariano Rubio en la película Los días de gloria. El papel del extesorero del PP, Bárcenas, se lo propusieron el pasado enero, y al ver la transcripción del interrogatorio del verano de 2013 con el juez, exclamó que era imposible aprendérselo. Pero lo memorizó sin saltarse una coma. "Ha sido uno de los textos más difíciles, es crudo, lleno de cifras y fechas, sin imágenes poéticas. Me gusta trabajar al límite", explica el actor, y habla de aquel papel que hizo sin moverse, metido en una caja o del monólogo en catalán (idioma que no habla) que memorizó fonéticamente. ¿Cómo lo hace? Pues arranca las páginas y las lleva en los bolsillos, aprende y recita, cuando anda, cuando recoge la cocina, cuando conduce camino de su casa de Valencia. "No puedo estar quieto, tengo que hacer cosas mientras estudio, me pego los textos hasta en el espejo, es una obsesión", confiesa. Y todos los días antes de la función se vuelve a leer el texto completo. "La experiencia, la vivencia de un personaje, ocurre tanto en una secuencia rodada, como en un teatro, y yo eso de preparar un personaje no lo veo, creo que un personaje nace y vive en ese preciso momento en el que le toca vivir".

Vital, enérgico y abierto, Casablanc cuenta que cayó en este piso de dos plantas, inundado de luz, hace diez años de manera "provisional". Aquí está el estudio con claraboya, estanterías repletas de libros (novelas de Bolaño, biografías de actores, la vieja colección de Austral) que recorren también el resto de la casa, y las fotos de carteles de obras como La gaviota, de su abuela andaluza, de la boda de sus padres. "En esta habitación grito y hago barbaridades". Imposible no creerle.

Hacia la alegría. Texto y dirección de Olivier Py. Teatro de la Abadía (Madrid). Del 12 de noviembre al 7 de diciembre. 

Cuestión de gustos

1. ¿En qué obra o filme te quedarías a vivir? En la película Amarcord, porque es un canto a la felicidad, a la juventud, al descubrimiento del sexo, del amor, de la buena vida.

2. ¿A qué autor de todos los tiempos invitaría a cenar? A Antonio Machado.

3. ¿Cuál ha sido el mejor momento de su vida como actor? La noche del estreno de Le Prix Martin, dirigida por Peter Stein, en el teatro del Odéon de París. Fue un sueño hecho realidad.

4. ¿Qué encargo no aceptaría jamás? Lo haría todo.

5. ¿Qué libro o película no pudiste terminar? El Ulises de James Joyce, y eso que lo intento todos los veranos.

6. ¿Qué hiciste el último fin de semana? Estuve iterpretando el monólogo Hacia la alegría en el Taetro de la Abadía.

7. ¿Qué está socialmente sobrevalorado? La belleza física, la ropa, las tendencias, la moda, sobre todo, la moda.

8. ¿A quién darías el próximo premio? El Cervantes póstumo a Roberto Bolaño.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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