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David Gilmour entona el adiós de Pink Floyd: “Se acabó, no más música”

Según el guitarrista y vocalista, ‘The Endless River’ es el último disco de la banda

De izquierda a derecha, Gilmour, Waters, Mason y Wright, en un concierto en Londres en 2005.
De izquierda a derecha, Gilmour, Waters, Mason y Wright, en un concierto en Londres en 2005.JOHN D MCHUGH

El regreso a escena de Pink Floyd con su primer álbum en veinte años, The Endless River, está repleto de matices. Los suficientes para echar por tierra la idea de que los miembros supervivientes hayan decidido reanudar su andadura, porque el material que presentan es añejo, aunque nunca publicado hasta ahora y, en propia admisión del guitarrista y cantante David Gilmour, encarna el definitivo canto del cisne de la banda de rock psicodélico más influyente del siglo XX. Han querido lanzar los descartes de su trabajo de 1994 The Division Bellcomo tributo a las últimas sesiones compartidas con el desaparecido teclista Rick Wright, en las que destilaron unos temas eminentemente instrumentales que desde esta semana pasarán a integrar el catálogo de la eminente banda.<TB>

“Se acabó, ya no habrá más música sin Rick”: es la somera confirmación que este diario conseguía arrancar de boca de David Gilmour el lunes por la noche en Londres acerca de la despedida definitiva de Pink Floyd. Eso ocurría en el transcurso de una velada consagrada al estreno de The Endless River, el primer —y parece que también último— álbum del grupo en el siglo XXI. Un proyecto descrito como “emocional y evocativo” que, en esencia, revisa veinte horas de grabaciones ejecutadas hace ya dos décadas, fruto de unas sesiones improvisadas y libres con Wright —fallecido en 2008 a causa de un cáncer— y el batería Nick Mason en el barco-estudio Astoria que posee Gilmour a orillas del Támesis.

Los descartes del álbum ‘The Division Bell’, de 1994, son su vuelta al mercado

“Podían haber sido puristas y simplemente publicar los jams [en su versión original], pero David y Nick decidieron renovar esos temas volviendo a grabar algunas partes, incorporando otras nuevas y utilizando las modernas tecnologías de estudio”, explica Andy Jackson, uno de los productores del proyecto.

Del material ingente que crearon los Pink Floyd en 1993-1994, subraya Jackson, sólo una parte acabó materializándose en las nueve canciones que conformaron The Division Bell, una vez descartada la idea de incluir las piezas de música ambiental en una segunda sección del disco. The Endless River las recupera y reconstruye ahora con un compendio de 18 temas instrumentales divididos en cuatro bloques, 53 minutos de música en el que sus seguidores quizá echen de menos la presencia de esas letras filosóficas que fueron el sello de la banda formada en Londres en 1965.

Se trata, además, de un tributo al desaparecido teclista Rick Wright

La única canción que incluye el álbum en su último corte, Louder than Words, parece rememorar la tortuosa singladura de los Pink Floyd, los mejores momentos creativos plasmados en Wish You Were Here o The Dark Side of The Moon, junto a un historial de desencuentros que tuvo su punto álgido con la marcha de Roger Waters en 1985. “Una banda es más que la suma de sus partes”, resume Jackson sobre el mensaje de unas letras que firma la novelista y esposa de Gilmour, Polly Sampson. La espantada de Waters, alma mater de The Wall, admitía días atrás Nick Mason, forzó a sus excolegas a abandonar “un cómodo entumecimiento” y les requirió tres o cuatro años para ajustarse a la nueva etapa sin su figura central: “Debió de ocurrir lo mismo cuando Stalin murió”, añadía el batería en unas declaraciones que no sugieren precisamente una entente.

En la última década y tras muchos años de agrio enfrentamiento, Waters y los Pink Floyd han compartido escenario de forma esporádica, pero la perspectiva de una verdadera reunión no tiene por el momento visos de materializarse. El primero ha dejado claro su desmarque con una misiva colgada en Facebook a propósito del lanzamiento de The Endless River, y de su irritación al ser preguntado por una supuesta participación en el disco: “David y Nick forman Pink Floyd. Yo no soy parte de Pink Floyd, lo dejé hace 29 años” (en 1987, Roger Waters perdió el litigio en el que reclamaba para sí el nombre de la banda).

La voz artificial del astrofísico Stephen Hawking ha sido integrada en The Endless River (Talkin’ Hawkin), como ya lo fuera en The Division Bell, el álbum con el que los Pink Floyd reivindicaron la era post-Waters. Reducidos a un dúo tras la muerte de Wright, dan por finiquitada su era de la mano de un álbum que, según Gilmour, es tanto un homenaje al prodigioso teclista como un adiós, de la mano de esa portada que muestra a un hombre navegando en un río interminable de nubes.

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