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Ángel Corella ha sido nombrado director artístico del Pennsylvania Ballet

La compañía estadounidense cuenta con 30 bailarines de plantilla y una orquesta propia

El bailarín y coreógrafo, en el Teatro Real de Madrid.
El bailarín y coreógrafo, en el Teatro Real de Madrid.Cristobal Manuel

El bailarín Ángel Corella (Madrid, 1975) ha sido nombrado director artístico del Pennsylvania Ballet, cargo que asumirá el próximo mes de septiembre en sustitución de Roy Kaiser, que ocupaba el cargo desde 1995. La compañía, quinta de los Estados Unidos, cuenta con 30 bailarines de plantilla y una decena de aspirantes, además de otra agrupación junior y una orquesta propia bajo la batuta de la directora Jona Affron. En varias ocasiones, la última en 2008, este ballet se ha presentado con éxito en Nueva York, centrando su repertorio en la herencia de George Balanchine, los clásicos y aportes de nuevos coreógrafos internacionales.

Tras una etapa de varios años en España, que dividió entre el Ballet de Castilla y León y Barcelona, Corella regresa a Estados Unidos, donde había desarrollado su carrera de bailarín principal en el American Ballet Theatre de Nueva York desde 1995 y donde había recibido con anterioridad varias ofertas de trabajo para dirigir compañías de danza. El Pennsylvania Ballet inició hace meses este proceso de relevo asesorado por Michael Kaiser, presidente del John F. Kennedy for Performing Arts y tuvieron sobre la mesa alrededor de 30 aspirantes al puesto, de los que llegaron siete a una ronda final de entrevistas. En palabras de una de los patronos de la institución, Corella reúne todos los requisitos para la renovación y ampliación del conjunto, tanto por su pasión por la danza como por su experiencia y versatilidad.

El pasado mes de abril, Roy Kaiser anunció su intención de dejar la dirección del Pennsylvania Ballet tras 19 años al frente de su gestión, y se mantendrá ligado a la institución como director emérito. La compañía fue fundada en 1963 por la bailarina y maestra Barbara Weisberger (Brooklyn, 1926) una protegida de Balanchine que siempre cuenta cómo estaba, con apenas 8 años, sentada sobre el piano mientras el maestro creaba Serenade. La unión amistosa con Balanchine duró toda la vida, y en 1963 la ayudó a iniciar la aventura del Pennsylvania Ballet, un conjunto que desde su residencia en Filadelfia se ha ganado un prestigio de seriedad y alto nivel interpretativo en la mejor tradición del ballet norteamericano.

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