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Un herido grave en el encierro de los toros de Dolores Aguirre

En una rápida y limpia carrera, un joven inglés de 23 años ha sufrido un traumatismo torácico

Foto: sanfermin | Vídeo: 7del7 / EFE
Antonio Lorca

Tres corredores han resultado heridos tras el segundo encierro de los Sanfermines, con toros de la ganadería Dolores Aguirre, que no han dejado ningún herido por asta. T. H., de 23 años y de Nottingham (Reino Unido), ha sufrido un traumatismo torácico en Estafeta y su pronóstico es grave, según fuentes del Gobierno de Navarra, que han precisado que el joven presenta una contusión torácica derecha con hemoneumotórax y fracturas costales múltiples. Otro de los trasladados al Complejo Hospitalario de Navarra es Y. Y., de 23 años y de Okayama (Japón), que tiene una contusión en la rodilla y codo derechos. Su pronóstico es leve. V. M. S., de 36 años y de Pamplona, ha sido trasladado por una contusión costal sufrida en el tramo de Telefónica y su estado es menos grave.

Este segundo encierro lo han protagonizado los muy serios, poderosos y cornalones toros de Dolores Aguirre, un hierro habitual de estas fiestas. Una carrera rápida, solo dos minutos y treinta segundos, y muy limpia, a tenor del altísimo número de corredores participantes en un día laborable.

Extraño resulta, sin duda, que entre tanto tumulto, atropellos y caídas y algún que otro desaprensivo que no sabe ni correr, el pequeño capotillo del patrón sea tan efectivo en tantas décimas de segundo en las que los astifinos pitones silban por encima de los hombros de quienes creen que van por delante de los toros y sienten, sorprendidos, su respiración en la nuca.

Como si fuera día grande de Semana Santa está cada mañana la Cuesta de Santo Domingo, donde ayer lunes se produjo el primer herido por asta de toro. Una marabunta de avezados corredores, pegados carne con carne, esperan, atenazados por los nervios, que suene el cohete que abre la puerta de los miedos. A poco de tomar la empinada calle, un toro negro toma la delantera, la corrida entera se sorprende ante el espectacular colorido blanco y rojo, mientras los humanos buscan un refugio imposible tratando de horadar los muros infranqueables de la calle. Los toros pasan como un haz de luz y permiten la ahogada respiración.

Una marabunta de corredores esperan, atenazados por los nervios, que suene el cohete

Varios jóvenes ruedan antes de llegar a la plaza del Ayuntamiento, y un toro muerde el suelo en la curva de Mercaderes, donde el antideslizante de la modernidad ha convertido en historia los topetazos de los animales contra las tablas, que hacían las delicias de los fotógrafos.

Se abre la calle Estafeta, atestada de gente, pegada casi toda ella a las paredes, como si allí hubiera defensa, y cuatro toros lideran la carrera, y corren y corren, quizá huyendo de su propia sombra y el miedo que les produce la algarabía tan extraña para quienes han nacido y vivido en la tranquilidad de la dehesa.

Se producen carreras espectaculares, algunas caídas que pronostican fracturas, miradas que dan miedo y cercanías a los pitones que más bien parecen fruto de la inconsciencia que del valor sanferminero.

Así, a toda velocidad, los cuatro primeros toros llegan a la zona del callejón, barren el vallado y enfilan el túnel que da entrada al ruedo, donde los animales respiran, pisan terreno familiar y buscan por instinto la puerta de los corrales para zafarse de esa marabunta de alocados corredores.

Buena carrera la de una ganadería cuya imagen forma parte de la esencia sanferminera

Han pasado dos minutos. Una carrera a toda pastilla. Pero faltan dos toros; el que se cayó en la curva de Mercaderes y perdió la comba con sus hermanos, y otro que decidió acompañarlo en el calvario que para todos ellos deben suponer los interminables 305 metros de la calle Estafeta.

Ya están todos a buen recaudo, tranquilos y felices, todos juntos; al igual que los corredores, pues solo dos serán atendidos por los servicios sanitarios y se supone que pronto volverán a la fiesta.

Buena carrera, pues, la de Dolores Aguirre, cuya imagen forma parte de la esencia sanferminera. Sus toros corrieron hoy su decimoquinto encierro y decidieron dar una pausa a la lista de 14 heridos por asta de toro y 48 traumatismos con los que cuentan en su paso por estas calles. Será, sin duda, la protección de la ganadera, ya fallecida, pero santo y seña del toro bravo y noble.

Ojalá esta tarde continúe la racha cuando los seis corredores de capa negra de esta mañana salgan al ruedo para ser lidiados por una terna compuesta por Uceda Leal, Francisco Marco y Paulita.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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