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Código morse para la luz

TBA21, la fundación de Francesca Thyssen, celebra sus diez años con una muestra de Cerith Wyn Evans

Obra de la muestra 'The what if?...Scenario (after LG)', de Cerith Wyn Evans.
Obra de la muestra 'The what if?...Scenario (after LG)', de Cerith Wyn Evans.Jens Ziehe

El 4 de julio de 2012 el CERN de Ginebra anunció la existencia del bosón de Higgs, un descubrimiento revolucionario para la física de partículas. Un año después el artista galés Cerith Wyn Evans ha presentado su interpretación de las trayectorias generadas por la colisión entre electrones y positrones en un acelerador de partículas en una obra de neones, que no produce sombras. La pieza, que incluye la representación gráfica de la fórmula química del LSD, ha sido producida por TBA21, la fundación creada por Francesca Thyssen hace diez años, “para dar a los artistas la posibilidad de crear aquellas obras que de otra forma no verían la luz”. Además de los mencionados aniversarios, la muestra de Evans también celebra el primer año de la nueva sede expositiva de TBA21, en un conjunto de edificios, rodeado por un parque, que fueron taller y vivienda de Gustinus Ambrosi, un escultor vinculado con el régimen nazi. “Estamos desintoxicando el lugar”, aseguró Francesca Thyssen, que ha concebido la muestra de Evans como una retrospectiva de los trabajos que ha comprado en los últimos 10 años.

La exposición The what if?... Scenario (after LG), que ofrece las diferentes vertientes del trabajo de Evans con la luz, es un homenaje a una serie homónima creada por el artista conceptual británico Liam Gillick, interesado en romper los paradigmas de causa y efecto, activando de otra forma los mecanismos de percepción del público. Todas las piezas tienes diversos niveles de lectura, como el espectacular Chandelier, cuyas luces parpadean en código morse un texto sobre la astrofotografía y el descubrimiento de los cuerpos celestes. También se exhibe por primera vez en formato instalación No night No day, la ópera que Cerith Evans y Florian Hecker crearon para la Bienal de Venecia de 2009, un experimento psicoacústico, que pone al espectador frente a imágenes y sonidos totalmente desconectados entre ellos, obligándoles a resincronizarlos en su cabeza. “Si eres una Habsburg no puedes sustraerte a tu papel, pero mantenemos una postura única en el marco artístico de Viena”, indica la archiduquesa que ha ido articulando su colección alrededor de temas como la transición tecnológica o la necesidad de proteger los océanos. En este sentido está financiando una adaptación subacuática de Morning Line, un entorno sonoro creado por Matthew Ritchie, que se estrenó en Sevilla y ahora ha sido donado al ZKM de Karlsruhe. Aún le duele no haber podido enseñar las obras de su colección en el museo que fundó su padre, el barón Hans Thyssen, en Madrid y no oculta las tensiones con Tita Cervera. “Discutir con ella es como precipitarse en un agujero negro. Todas las obras que están en el Museo Thyssen fueron contemporáneas en su tiempo. Es absurdo que ahora el museo se centre solo en el arte moderno o de entretenimiento”, concluye.

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