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Barcelona, una ciudad sin taxis

La huelga, que bloquea la Gran Via, pasa factura al sector turístico

Jessica Mouzo
Un bici-taxi turístico cruza por la Gran Via de Barcelona, cortada por la huelga de taxistas
Un bici-taxi turístico cruza por la Gran Via de Barcelona, cortada por la huelga de taxistasAlbert Garcia

Ni un solo taxi ha rodado este fin de semana por las calles de Barcelona. Todos parados, por la huelga indefinida que acordaron el pasado viernes los taxistas para reclamar que se limite la concesión de las licencias VTC que usan las compañías Uber y Cabify, a las que acusan de competencia desleal. Los taxistas llevan tres días aparcados en plena Gran Via de Barcelona, cortando el tráfico en una de las principales arterias de la ciudad. La Guardia Urbana ha tenido que redirigir la circulación por las calles adyacentes y muchos autobuses han modificado su ruta. Pero, además, la huelga ha pasado factura al sector turístico, dependiente del taxi para el traslado del grueso de los pasajeros. La afectación entre los vecinos ha sido desigual: mientras unos han recurrido a otros servicios públicos para sortear los paros, otros admiten que la ausencia de los taxis, se nota. “La facturación nos ha caído entre un 25% y un 30%”, admite Maite, que regenta una gasolinera en el Paral·lel.

En los tres días de huelga, los taxistas han logrado poner en jaque a buena parte de la ciudad. Y el sector turístico ha sido el peor parado. “¿Cómo?¿Que hay una huelga de taxis? No sabíamos nada. Vinimos del aeropuerto en tren y nadie nos ha dicho nada”, se lamentaba ayer una familia británica ante una parada de taxis desértica en la estación de Sants. Ellos y un mochilero despistado eran los únicos que permanecían allí a media mañana, esperando a nadie.

En la Oficina de Información Turística de Sants también han recibido muchas consultas. “Estamos en temporada alta de huelgas. En Francia también tienen problemas y muchos pasajeros paran aquí. Les decimos que hay alternativas: el transporte público, metro y bus, funcionan muy bien y al aeropuerto se puede llegar también en tren”, señala Joan Fort, uno de los trabajadores que atiende el mostrador. Aunque hay casos más complejos de gestionar: “Algunos son difíciles y los intentamos arreglar. Ha venido una señora mayor, con mucho equipaje y problemas de movilidad, que no sabe cómo llegar a su hotel. Ahora estamos intentando hablar con los del hotel, a ver si pueden mandar algún transporte a recogerla”, agrega Font.

Pero el hotelero es otro de los servicios que ha notado con fuerza la huelga de taxis, uno de los principales vehículos que utilizan los turistas para trasladarse, sobre todo en la llegada y en la partida. “Dan un poco de pena las personas mayores y las familias con muchos niños con este calor y tantas maletas. ¡Claro que se nos quejan!”, abunda el conserje de otro céntrico establecimiento. Todos están cumpliendo a rajatabla no contactar con compañías como Uber o Cabify.

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Una crucerista portorriqueña, visiblemente enojada, se queja de que el autobús que parte de la terminal solo la llevó hasta la entrada del Puerto y que tuvo que subir La Rambla arrastrando las maletas. “Van a perder mucho dinero tanto los cruceros como los taxis. En mi país pasó lo mismo. Y acabó ganando Uber”, relata. El conserje de otro hotel de cinco estrellas explicó que habitualmente los turistas de crucero suelen ir cargados con un mínimo de tres maletas por persona pero que no están teniendo problemas porque suelen recurrir a diversas compañías que contratan transfers desde el origen al hotel.

Ni siquiera los conductores de los bici-taxi turísticos —vehículos diseñados como bicicletas pero habilitados para transportar pasajeros— se han beneficiado de los paros. “Es verdad que por la noche ha aumentado un poco el trabajo, de turistas que te piden que los acerques a su hotel porque no hay taxis. Pero nosotros no lo podemos hacer porque no somos taxis. Nuestro servicio es de hacer rutas turísticas, no traslados”, apunta Enrique, uno de los conductores de estos vehículos.

Unos y otros coinciden, no obstante, en que la prueba de fuego para Barcelona será este lunes, día laborable, en plena operación salida —o llegada—. Con la Gran Via aún cortada, el metro cerrado de noche (viernes y sábados amplía horario nocturno) y sin taxis disponibles para trayectos de ocio o trabajo, la ciudad se enfrenta a un lunes negro.

Sin servicios mínimos

Los taxistas de Barcelona no cuentan con servicios mínimos. Mientras los de Madrid acordaron atender gratuitamente a personas con movilidad reducida, embarazadas, familias con bebés y casos de extrema urgencia, en Barcelona decidieron pararlo todo.

Con todo, los hospitales de la ciudad, por ejemplo, aseguran que no han sufrido una afectación excepcional por la falta de taxis. Una portavoz del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) señala que no ha habido un aumento significativo de solicitudes de transporte sanitario para trasladar enfermos o pacientes de alta a sus casas. “Nosotros tampoco podemos activar una ambulancia si no corresponde. Además, es fin de semana y la actividad y las altas bajan en estos días”, matiza.

En la asamblea de ayer, no obstante, un taxista aseguró que el retén de taxis del aeropuerto sí está haciendo viajes gratis en situaciones excepcionales.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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