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CRISIS EN TV3

A TV3 le aprietan las costuras

La televisión pública catalana afronta una crisis de audiencia, financiación y gobernanza cuando Cataluña encara el año decisivo para el proceso de independencia

Instalaciones de TV3, en Sant Joan Despí.
Instalaciones de TV3, en Sant Joan Despí. Massimiliano Minocri

Las cosas no marchan bien en TV3 desde hace tiempo. El canal, fundado en 1983, arrastra un largo periodo de caída de cuota de pantalla que, muy probablemente, le llevará a perder el liderato —mantenido desde 2010— frente a Telecinco cuando se cierre el año. La audiencia lo es todo en televisión, pero la crisis, según analiza la mayoría de las 20 fuentes consultadas para este reportaje (trabajadores, productores, políticos, sindicatos,…), se explica también desde una triple vertiente: la politización crónica de la Corporació de Mitjans Audiovisuals de Catalunya (CMAA), la caída de ingresos publicitarios sumada a los recortes presupuestarios y el distanciamiento con determinados públicos, ya sea por cuestiones políticas o por falta de renovación en formatos televisivos. El debate abierto, que incluye la posibilidad de instaurar un impuesto específico para financiar la cadena, coincide con un año clave en el proceso político que vive Cataluña. Y eso siempre magnífica y exalta la opinión de unos y otros.

TV3 sigue siendo la televisión autonómica con más audiencia en España, con informativos más seguidos y mayor respaldo popular en Cataluña. Pero nadie oculta que el modelo, todavía muy basado en el proyecto de 1983, debe reformularse. Ningún directivo de la cadena ni de la Corporación ha atendido las preguntas de EL PAÍS, alegando mediante su directora de comunicación, que no existe una relación de confianza con este periódico. Las cifras, que sí han facilitado extensamente, son reveladoras. La más importante refiere a la pérdida continuada de audiencia, que solo desde febrero ha disminuido en dos puntos porcentuales y ha perdido dos meses seguidos y todo el verano la guerra con Telecinco. Con la audiencia, que mantiene cierto pulso gracias a contados productos estrella como la serie de ficción Merlí, se han ido también los ingresos por publicidad de la CMAA (un 34%: el mismo porcentaje que la aportación pública). Así, el presupuesto total ha pasado 450,4 a 307 millones. Pese a los despidos pactados y jubilaciones que han reducido la plantilla en un 15,7% (de 2.719 a 2.419) y derivaron en uno de los periodos de mayor conflictividad laboral, la masa salarial del capítulo de personal ocupa el 53% del presupuesto y la edad media de los trabajadores sigue subiendo. Hoy solo dos personas tienen menos de 30.

La supuesta rigidez de la plantilla y el capítulo del presupuesto que ocupa es el argumento que suele esgrimirse desde la Corporación para explicar la pérdida de competitividad y la disminución drástica de la contratación externa de producciones. Raimon Masllorens, presidente de la asociación de productores PROA, está preocupado. “La situación es insostenible. Hemos recortado todo lo posible y estamos produciendo de forma bajísima. En total hay unos 11.500 puestos de trabajo de los que 10.000 están fuera de la Corporación. No se trata de que todos vivamos de TV3, pero en su pacto fundacional se comprometió a ser dinamizador de la industria. Es una de las mejores televisiones de Europa, pero hoy está muy enferma”, señala. Masllorens apunta también hacia otro problema. “Con la ley del audiovisual de 2010 crearon una televisión partidizada. Un consejo que cada vez se mete más en los contenidos y una dirección que cada vez hace menos su trabajo”. Una situación agravada desde que se suprmimió la figura del director general y todo el poder ejecutivo recae en el presidente de la CMAA (Braulí Duart está de baja por enfermedad y le sustituye la vicepresidenta, Núria Llorach, elegida también a propuesta de CiU). Un cargo puramente político.

Siempre hemos sido instrumento del Gobieno”, critican desde el comité de empresa
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Si el presupuesto para contratación externa es escaso (28,5 millones, un 46% menos que en 2010), el problema se agrava si en la parte alta siempre están las mismas productoras. “Es un país pequeño”, se excusa desde TV3. Más pequeña todavía es la diversidad de los ingresos de algunas de esas firmas que, en ocasiones, fían su funcionamiento a los contratos de TV3. “No ha habido igualdad de opción para todos. Las que hacen los grandes productos siempre son las mismas productoras, o ramificaciones de esas empresas”, señala quien fue un alto cargo de la Corporación. “Con los privados tienen una relación de abuso: se quedan tu formato y luego te dan cuatro duros. Pero es que además, lo malvenden”, insiste. Se refiere a la imposibilidad de las productoras de mantener los derechos de venta internacional de sus obras para rentabilizarlas en otro mercado. En una de ellas lo explican así: “Si no nos pueden pagar, que nos dejen venderlo fuera a nosotros”.

La cadena, que se remite a un plan estratégico de 2011 que sigue implementando, es todavía la preferida de los catalanes para informarse, lo demuestran los datos de audiencia de sus telediarios —pese a que también han caído sustancialmente en los últimos años— y las encuestas del CEO (CIS catalán). Una solvente red de corresponsales y un equipo de periodistas veterano han construido con los años un producto de calidad. La discusión habitual se centra en la parcialidad, el tono y la ausencia de autocrítica respecto al proceso independentista y a los partidos de distinto signo. "Dependemos siempre del Gobierno porque no tenemos resuelto el problema de gobernanza ni un contrato programa. Hemos sido y seguimos siendo su instrumento", critica Roser Mercader, presidenta del Comité de Empresa. Otras fuentes sindicales de la cadena van más allá y critican el reparto de cargos realizado por ERC y CiU en TV3 y Catalunya Radio. "Se ha vuelto a la politización del pujolismo. Pero con diferencias: para mucha gente el procés es una situación excepcional que lo justifica".

Los productores: “La situación es insostenible. TV3 está muy enferma”

¿Puede afectar esta cuestión a la audiencia? Para el diputado socialista David Pérez, sí. "TV3 es ahora una televisión que ven el 11% de los catalanes, y eso por esa falta de pluralidad. Es la de aquellos ciudadanos que se sienten independentistas y están a favor del procés", señala. El diputado de ERC (el partido fue quien nombró al director de Catalunya Ràdio), Sergi Sabrià, no aprecia en absoluto ese sesgo partidista y descarta esa tesis. Pero cree que siempre se puede hacer mejor y defiende que, en un futuro, en un hipotético nuevo país y mediante reforma legislativa, el Consejo de la Corporació de TV3 se elija por concurso.

En el consejo profesional de la cadena, que preside Lluís Caelles —el anterior equipo dimitió en protesta por la falta de transparencia de TV3 informando sobre la propia conflictividad laboral—-, y que vela por el rigor deontológico, matizan el problema. La caída de audiencia, aseguran, tiene principalmente que ver con la fragmentación por la aparición de canales temáticos, las series... Según Caelles, no hay quejas en la redacción por la supuesta politización y cuando se ha considerado que había que criticar algo, se ha hecho. Se trabaja, cuenta, con la dirección para mejorar distintos aspectos profesionales las confluencias de redacciones.

Más allá de discrepancias, el ruido y las quejas de un lado y otro, se imponen las cifras y nadie duda de que ha llegado el momento de reformular el modelo.

Las cifras para el debate

Cae la audiencia. TV3 ha perdido 10 puntos porcentuales de audiencia desde el año 2004 (de 21, 2 a 11,4). En cuanto a los informativos, según los datos del CEO, un 16% menos de encuestados declara verlos en TV3 (hoy son el 40,7%).

Un tercio menos de presupuesto. Desde 2010 ha pasado 450,4 millones a 307.

La publicidad se desploma. Se ha pasado de 100,2 millones en 2010 a los 65,7 actules, un 34% menos.

Menos plantilla y más vieja. Los despidos y prejubilaciones han reducido la plantilla de la Corporación 15,7%. Sin embargo, el capítulo de personal se come el 53% del presupuesto. La media de edad es de 48 años.

Menos contenidos nuevos. La producción externa de productos ha disminuido en un 46% y eso ha afectado a la audiencia. En verano la cadena tiró de viejos programas para sobrevivir.

Sin deporte cae la audiencia. La compra de derechos deportivos ha pasado de 49 millones de euros en 2010 a 19 millones en 2015 (un 61% menos).

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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