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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las vergüenzas de la banca

Cuando se cumplen ocho años de la quiebra de Lehman Brothers, los causantes de la crisis trata de controlar el relato. Afortunadamente hay otras versiones

Milagros Pérez Oliva

El jueves pasado se cumplieron ocho años de la quiebra de Lehman Brothers. Aunque los problemas del sector financiero se arrastraban ya desde hacía un año, aquel 15 de septiembre de 2008 marcó el punto de inflexión que desencadenó la mayor crisis desde el crack de 1929. Las consecuencias fueron terribles porque la crisis financiera se convirtió rápidamente en una crisis económica que hundió a miles de empresas y provocó la pérdida de millones de puestos de trabajo. El Nobel de Economía Joseph Stiglitz, en una intervención ante el foro de Davos, resumió así lo que había ocurrido: “Los bancos asumieron riesgos excesivos. Los empresarios se endeudaron demasiado. Los reguladores permitieron todo eso. Y ahora los contribuyentes tienen que acudir en su ayuda para limpiar toda la basura, lo que disparará la deuda del Estado y acabará teniendo consecuencias sobre los bienes públicos como la sanidad”. Así ha sido exactamente.

España tuvo que destinar 220.000 millones de euros entre capital, avales y garantías, a salvar al sistema bancario en crisis, básicamente cajas de ahorro muy mal gestionadas. Y a pesar de que tanto Rajoy como el ministro de Economía, Luis de Guindos, aseguraron que el rescate no les iba a costar un duro a los contribuyentes, esos mismos alegres políticos que con tanta alegría hicieron esas afirmaciones reconocen ahora que no va a ser así. De los 51.303 millones de euros inyectados en forma de capital, solo se han recuperado 2.686, el 5,23%.

Pero ahora asistimos a un intento de controlar el relato y tratar de minimizar los costes políticos. A ello se entrega el propio ministro De Guindos con el libro España amenazada, que lleva como subtítulo De cómo evitamos el rescate y la economía recuperó el crecimiento. Es decir, el relato épico de un “éxito” contado desde dentro. Conocimiento de causa no le falta. Pero es el relato, no lo olvidemos, de quien aquel fatídico 15 de septiembre de 2008 era el director ejecutivo de la quebrada Lehman Brothers en España y Portugal. De Guindos no solo fue corresponsable de las malas prácticas bancarias que desencadenaron la crisis, sino que después, siendo ministro de Economía, ha dirigido las políticas que han aprovechado la crisis como gran oportunidad para aplicar la agenda neoliberal.

Afortunadamente hay otros relatores de la crisis que no han de incurrir, como De Guindos, en teorías autojustificativas para ocultar que han formado parte del problema, sino simplemente explicar la verdad. Quien quiera saber cómo ha sido la crisis, encontrará una extensa y documentada explicación en el libro que acaba de publicar el periodista Andreu Missé, director de la revista Alternativas Económicas. La gran estafa de las preferentes es fruto de una rigurosa investigación que hace honor a la mejor tradición del periodismo independiente. Las preferentes como paradigma de una crisis en la que se han sumado las malas prácticas de la banca y el pésimo funcionamiento de los órganos reguladores, comenzando por el Banco de España, “un ejemplo claro de captura de las instituciones públicas por parte del poder financiero”.

He leído y visto cientos de noticias sobre las preferentes, pero les confieso que hasta que no he leído este libro no he tenido una idea cabal de lo que realmente ha ocurrido. Esa captura de las instituciones dejó en la indefensión a cientos de miles de pequeños ahorradores que además fueron presentados por quienes les habían engañado y controlaban el relato como inversores avariciosos que habían incurrido en riesgos excesivos por codicia.

La realidad, como demuestra Missé, es que gran parte de esos inversores eran personas mayores a quienes directivos sin escrúpulos y empleados muy presionados colocaron un producto de alto riesgo haciéndoles creer que era tan seguro como un depósito a plazo. Y a un interés del 7% cuando, de acuerdo con el riesgo, debería haberse remunerado al 12% o al 15% por lo menos. Las entidades colocaron la mayor parte de las preferentes en una maniobra desesperada para capitalizarse al no poder renovar los créditos que la banca internacional les había prestado para financiar la burbuja inmobiliaria. Pero lo ocultaron, y más de millón de personas, la mayoría pequeños ahorradores, quedaron atrapados.

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Este sábado se organiza en Sabadell una gran performance que pretende ser un juicio a la banca. Me temo que no saldrá muy bien parada. Me cuentan que hay preocupación en las cúpulas financieras por el deterioro de la imagen de la banca. La gran estafa de las preferentes explica muy bien las causas de ese deterioro. “Este no es un libro contra la banca”, dijo Missé en la presentación. “Es un libro contra las malas prácticas bancarias”. Pues eso.

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