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Carmena da luz verde a Canalejas tras rebajar su impacto visual

El Ayuntamiento obliga a retranquear la planta superior y anula la estación subterránea de bus

Las obras del complejo Canalejas, el pasado mes de febrero.
Las obras del complejo Canalejas, el pasado mes de febrero. MANUEL CASAMAYOR

El Ayuntamiento de Madrid ha llegado a un preacuerdo con el grupo Villar Mir para desbloquear las obras del complejo Canalejas. El compromiso, que se pondrá por escrito esta semana, “desbloquea”, según fuentes municipales, las dos claves de discordia: la volumetría del piso superior del complejo comercial y hotelero, en la que Villar Mir pierde metros cuadrados para las viviendas de lujo proyectadas y sufre así su mayor revés económico; y la distribución de la zona de carga y descarga subterránea y de los autobuses urbanos, que ahora aparcan frente al futuro complejo y que, previsiblemente, volverán a cruzar por la Puerta del Sol.

El grupo Villar Mir compró en diciembre de 2012 los siete edificios ubicados en el número 1 de la plaza de Canalejas, el número 7 de la carrera de San Jerónimo, y los números 6, 8, 10, 12 y 14 de la calle de Alcalá. Pagó 215 millones al Banco Santander. En julio de 2014 inició la obra para construir un centro comercial de 15.000 metros cuadrados; un hotel de cinco estrellas (que gestionará la cadena Four Seasons) de 211 habitaciones, y 25 viviendas de lujo.

Infografía del futuro completo hoteletero Canalejas.
Infografía del futuro completo hoteletero Canalejas.

Tras concluir la demolición de los edificios antiguos (manteniendo y restaurando las fachadas y demás elementos protegidos por su valor histórico-artístico), el pasado mes de febrero comenzó las obras de cimentación. Pidió entonces la licencia definitiva para construir la estructura sobre rasante y concluir así la obra, pero ahí se bloqueó la operación.

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Los trabajos continúan ahora al ralentí para evitar su paralización, pero aun así la cimentación estará lista en unas semanas. La construcción del complejo depende sin embargo de la última licencia, que el Ayuntamiento negó al decidir la Comisión Local de Patrimonio Histórico (en la que tiene mayoría el Gobierno regional) que debía volver a evaluarse.

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Los autobuses regresan a Sol

Ana Botella aprobó en 2014 un plan para reordenar el tráfico en Canalejas. Aprovechando la obra de Villar Mir, sacó a concurso (con un presupuesto de 38,7 millones) la construcción de una infraestructura subterránea que sirviera de aparcamiento, dársena para nueve líneas de autobuses, y espacio de carga y descarga.

Villar Mir fue el único en presentarse, pero el nuevo gobierno local paralizó el proyecto y le exigió replantearlo porque “no suponía ningún beneficio para la ciudad”.

La empresa presentó sus peticiones y alternativas al proyecto, pero es el Ayuntamiento el que ha llevado la voz cantante. El complejo contará con su propio aparcamiento y zona de carga y descarga subterránea, a falta de concretar la ubicación de las rampas de entrada. Los autobuses seguirán en superficie, tal y como deseaba el Ayuntamiento. La zona de Canalejas se peatonalizará, como estaba previsto, así que las paradas ubicadas en la calle de Sevilla se mudarán. Allí se regulan los horarios, y los autobuses estacionan largo tiempo. Esas paradas podrían trasladarse a la calle de Alcalá, a la altura del 10, lo que les obligaría a hacer el giro por Sol (donde paraban hasta su peatonalización) para salir por la carrera de San Jerónimo.

En realidad, la operación Canalejas contaba ya con el visto bueno de la comisión, pero en primavera, justo antes de dar la licencia definitiva pero cuando ya se habían tirado los edificios, le surgieron dudas sobre el excesivo impacto visual del complejo. Eso llevó al Ayuntamiento a cancelar temporalmente la tramitación de la licencia.

Se sumó además que el nuevo gobierno municipal, dirigido por Manuela Carmena (Ahora Madrid), quiso revisar el proyecto licitado por la anterior alcaldesa, Ana Botella (PP), para construir una estación de autobuses subterránea integrada con el aparcamiento y la zona de carga y descarga del complejo.

Ese plan ha sido abortado por el nuevo edil de Desarrollo Urbano, José Manuel Calvo, que ha diseñado una alternativa en conversaciones con Villar Mir. A falta de “bajar el preacuerdo al plano”, la estación de autobuses prevista por Ana Botella ya es historia. En cuanto al obstáculo del excesivo impacto visual del complejo, “está resuelto”, según fuentes municipales, al validar Villar Mir la volumetría propuesta por el Ayuntamiento.

En las reuniones (la última de ellas, “satisfactoria” según ambas partes, ayer) han participado también representantes de la Comisión Local de Patrimonio Histórico. Aunque no hay nada firmado (el viernes hay previsto otro encuentro, y a inicios de la próxima semana está prevista una nota o rueda de prensa consensuadas), “tiene que ocurrir una catástrofe” para que se frustre, según ambas partes. Tanto el Ayuntamiento como la empresa han loado la disposición mutua y se han mostrado exquisitos en su relación. “Ambos hemos tenido que ceder”, han resaltado fuentes del proyecto. Sobre todo, en cuanto a volumetría.

Proyección municipal de cómo quedaría el área de Canalejas con el proyecto de Botella.
Proyección municipal de cómo quedaría el área de Canalejas con el proyecto de Botella.

El complejo Canalejas tiene ocho plantas, pero está situado junto a un edificio (el de la tienda de Apple, en el número 1 de la Puerta del Sol) de cinco pisos. Evidentemente, se ve desde la distancia, sobre todo desde la retirada del cartel publicitario de Tío Pepe ubicado en ese inmueble de Sol.

Para suavizar su impacto, tanto desde lejos como desde las aceras aledañas, la Comisión Local de Patrimonio Histórico apostó por retranquear (remeter el muro de fachada en las plantas superiores). Villar Mir ya contaba con verse obligado a aumentar el retranqueo previsto en el proyecto (2,5 metros), pero no tanto.

Se pierden pisos de lujo

El problema para Villar Mir era que perdía superficie edificable que no podía ganar en otras plantas, y eso dañaba su proyecto de construir 25 viviendas de lujo en los tres pisos superiores.

El problema para el Ayuntamiento era que el plan urbanístico ya estaba aprobado y no podía cambiarse en algo fundamental durante la tramitación de la licencia. Así que ambos han cedido.

Se retranqueará, pero no tanto como se apuntó en un principio. Aun así, Villar Mir perderá viviendas, con el impacto económico que eso supone al grupo.

La finalización del proyecto estaba prevista para mediados de 2017; con los retrasos acumulados, podría estar lista a finales. El coste total es de 285 millones.

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