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Sueño valenciano ‘made in USA’

El Museu d’Etnologia escenifica un viaje atlántico de 15.000 personas un siglo atrás

Fotografía del emigrante Ángel Fullana en Sterlington (Louisiana, EEUU) con sus compañeros de trabajo.
Fotografía del emigrante Ángel Fullana en Sterlington (Louisiana, EEUU) con sus compañeros de trabajo.

Ahora que los valencianos, como el resto de españoles, han vuelto a ser emigrantes, cobran mayor interés las oleadas migratorias pretéritas de la población autóctona y, más aún, las menos divulgadas hasta la fecha. La de los 15.000 valencianos de las Marinas Alta y Baixa y de La Safor, sobre todo, en el primer tercio del siglo XX era una de las menos conocidas y estudiadas... hasta hace poco. La exposición inaugurada ayer en el Museu Valencià d'Etnologia de Valencia certifica un periodo en el que este fenómeno ha pasado a primer plano tras la publicación de algunos libros, en especial Valencians a Nova York. El cas de La Marina Alta (1912-1920), de Teresa Morell, y la serie documental Del Montgó a Manhattan. Valencians a Nova York, de Info TV.

 Bautizada como Barres i estels. Els valencians i els USA, plantea un relato que incluye y amplía estos referentes bibliográficos y audiovisuales previos, para transitar, con un notable despliegue escénico, desde las fotografías en blanco y negro que testimonian la peripecia personal de los emigrantes valencianos a la iconografía propia de la cultura estadounidense, trasladada su tierra de origen, la cartelería de Bienvenido Mister Marshall, o la estimable obra de Josep Renau.

La mayoría de los emigrantes volvieron cuando las crisis de 1921 y 1929 les dejaron sin empleo. Otros se quedaron. En distinta medida, en unos y otros se registraron las huellas del periplo. En un alarde minimalista, un panel memorial recoge nombres de 5.000 de estos viajeros que huían de la pobreza en pos de la fortuna y la libertad.

Una de las imágenes de la exposición 'Barres i estels'.
Una de las imágenes de la exposición 'Barres i estels'.

Como señalaba el director del Museu, Joan Seguí, refleja un viaje de ida y vuelta o las dos caras de una moneda, el éxodo a Estados Unidos, por un lado, y “la influencia de la cultura norteamericana en nuestra sociedad, que está por todas partes”. El atractivo radica en este vínculo, ya que no fue “una emigración demasiado numerosa”, puntualiza Seguí, “si la comparamos con otras coetáneas, como la de América Latina o Barcelona”, con datos que se pueden comparar en la misma exposición. El sello diferencial lo marca el destino: “Un país que ha sido clave en el desarrollo económico, político y cultural del siglo XX”.

Entre las piezas destacables, Robert Martínez, comisario de la muestra con Asunció García Zanón, señala el libro de viaje de un emigrante del Comtat, Ángel Fullana, por su valor simbólico, y los fotomontajes de Renau, cedidos por el IVAM (The world’s greatests…, o People’s Capitalism), por su valor artístico y económico. Más allá de la geografía, la distancia entre el país de origen y el de destino viene marcada por otras piezas significativas, como armas adquiridas por los valencianos en Estados Unidos o un robot de la cadena de montaje de Ford. Uno de los guiones que Blasco Ibáñez vendió en la meca del cine, o dos baúles de la cantante Concha Piquer, ponen el contraste de los valencianos que dejaron huella artística en la escena USA.

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El espacio dedicado a la emigración actúa como bisagra a partir de la cual se abre otro ámbito en torno a la americanización de la sociedad valenciana y un área centrada en la americanización de lo cotidiano.

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