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Jesús, la Virgen y Mickey Mouse

Un párroco de Lleida abre una guardería dentro de sus iglesias para que los fieles puedan conciliar la vida familiar con la asistencia a la misa dominical

La iglesia de Alpicat ha destinado un rincón como guardería para los hijos de los feligreses.
La iglesia de Alpicat ha destinado un rincón como guardería para los hijos de los feligreses. JAVIER MARTÍN

La Virgen de Montserrat y Jesús crucificado ceden un poco de protagonismo a Mickey Mouse y a las princesas Disney en la iglesia parroquial de San Bartolomé de Alpicat, un templo construido a finales del siglo XVIII en este municipio leridano situado a siete kilómetros de la capital. No se trata de ninguna herejía de carácter hollywoodiense, sino de la iniciativa de un párroco de provincias —Víctor Manuel Espinosa, de 44 años y rector de Alpicat y Torrefarrera— que ha decidido ayudar a sus feligreses a conciliar familia y religión e instalar una pequeña guardería dentro de ambas iglesias.

La misa dominical en la iglesia de Sant Bartolomé de Alpicat comienza a las once de la mañana. Una vecina del municipio, Anna Huguet, es la encargada de abrir el templo y de que todo esté a punto para que el sacerdote oficie la misa. En un lateral del templo, al lado de la salida, está instalada la zona infantil. Justo enfrente de un Cristo crucificado descansan una mesa muy bajita y una sillita en cuyo respaldo se dibuja la inconfundible silueta del ídolo infantil.

Padres y madres entran a la iglesia, se persignan y muchos se genuflexionan. Los más pequeños entran buscando su lugar. Allí, junto a Mickey hay libros infantiles y decenas de juguetes. También han instalado un pequeño cartel con el nombre de la guardería —El Rincón de los Pequeños Cristianos—, una colorida estantería y un tocador decorado con las más clásicas princesas Disney. Es un pequeño oasis infantil rodeado de iconografía eclesiástica.

El rincón de los pequeños cristianos cuenta con juguetes y libros para los niños

Las 60 personas que asistieron el domingo a la eucaristía ocuparon la mayoría de los bancos. “Y eso que hay vecinos que están de vacaciones y van a misa en sus lugares de veraneo”, añadió ayer Huguet, orgullosa de la devoción de sus vecinos. “Entre los feligreses contamos con familias jóvenes que tienen muchos hijos, hay una con 11 y otra con ocho criaturas”, recuerda Espinosa.

Su iniciativa es pionera y solo sus iglesias, Alpicat y Torrefarrera, son las que ofrecen este servicio en todo el Obispado de Lleida. “Vienen niños de entre tres y siete años que juegan hasta que comienzan la catequesis y pasan a ser los monaguillos”, informa Anna Huguet. “Los propios padres son los que vigilan, se van turnando y no suele haber ningún problema”, asegura el párroco. El sacerdote ha visto en otros templos, lejos de Lleida, un tipo de guarderías que llaman peceras. “Están dentro de la iglesia, aisladas con un cristal pero con un altavoz en el interior para que los niños también participen de la celebración”, afirma Espinosa. “Aquí lo máximo que puede pasar es que ellos hablen más alto de la cuenta y yo tenga que subir un poco el tono de voz”, sonríe.

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Los niños juegan y los padres se concentran en la oración. Todo sigue el curso normal de una misa dominical en San Bartolomé. Están los feligreses que participan de las lecturas, los monaguillos, el sacerdote que sigue el ritual, el sermón, el pase de cepillo y el momento de desearse la paz. Los más mayores meditan, rezan y reflexionan mientras que los niños siguen trasteando con los juguetes. Entonces llega el momento de la consagración. Un monaguillo zarandea una pequeña campanilla y dos terceras partes de los asistentes se arrodillan. El Rincón de los Pequeños Cristianos enmudece. Mickey sigue allí impertérrito, justo enfrente de un Jesucristo crucificado.

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