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Aspirantes a una Universidad más cara

30.338 estudiantes iniciaron ayer un maratón de tres días de selectividad

Dos alumnas, ayer, repasando los apuntes antes del examen.
Dos alumnas, ayer, repasando los apuntes antes del examen.TEJEDERAS

“Los periódicos no decían más que necedades y bravuconadas”. No es un editorial ni una carta al director de un rotativo, sino el inicio del fragmento del El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, que leyeron los miles de estudiantes catalanes que ayer se sometieron a las pruebas de selectividad, que durarán tres días. Un total de 30.338 estudiantes (632 más que el año pasado) estaban llamados ayer a hacer las pruebas de acceso a la Universidad (PAU) en un momento en que se prevé que las matrículas serán más caras, ya que la Generalitat ha reconocido su intención de incrementarlas hasta un 66%.

Pero ayer no era momento para pensar tan a largo plazo. La principal preocupación de los estudiantes era sacar la mayor nota posible en la selectividad para poder acceder a la carrera deseada. Y es que el problema no es tanto aprobar las PAU (el año pasado lo hicieron el 94,54% de los alumnos presentados) como obtener buenos resultados (la nota media fue un 6,3).

Superados los inevitables nervios iniciales, los estudiantes se relajaron al tener delante el examen de lengua castellana, sobre El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, o un texto del escritor y divulgador científico Eduard Punset. Esas eran las dos opciones entre las que debían escoger los alumnos. Por una mayoría abrumadora los jóvenes eligieron el texto del escritor vasco. “Lo conocía bien porque lo habíamos trabajado en clase”, explicaba Sergio, del IES Fort Pius de Barcelona.

Más dividida estuvo la prueba de catalán. Aquí los alumnos debían escoger entre un fragmento de Drames rurals, de Víctor Català, y un artículo de la periodista Bibiana Ballbé. Este fue el elegido por Laura, del IES Laietània de Badalona. “Era más fácil porque tenías que escoger una frase de una película o una canción y hacer una crónica de un acto social”, comenta, mientras repasa los apuntes de literatura de posguerra.

La jornada de ayer se cerró con los exámenes optativos de materias como diseño, literatura catalana y dibujo técnico. La Selectividad continúa hoy con otras dos exámenes obligatorios -Historia o Historia de la filosofía- y lengua extranjera, seguidas por media docena de pruebas optativas que se alargarán hasta el jueves.

Las notas, que los estudiantes podrán consultar a partir del 28 de junio, se calculan a partir de la ponderación de la calificación de bachillerato (que cuenta un 60%) y la de la conocida fase general (un 40%). Aquí se incluyen las cuatro asignaturas obligatorias y una de modalidad (según el barchillerato cursado) y es obligatorio obtener un mínimo de cuatro puntos. Complementariamente los alumnos se evalúan de hasta tres asignaturas optativas para poder subir nota, hasta los 14 puntos, y así poder acceder a las titulaciones con una nota de corte más alta.

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El dispositivo de seguridad de la Selectividad se ha endurecido este año y no se ha permitido ni a profesores ni a medios de comunicación acceder a las aulas. Los profesores también se encontraron con que no se les hacía entrega del enunciado de los exámenes hasta el mediodía o el final de la jornada (siempre se les daba una copia pocos minutos después de empezar la prueba). Ello impidió que a la salida de cada una los docentes pudieran comentar con detalle los exámenes con los alumnos.

Relajados después de finalizar la primera jornada de exámenes, una pancarta en la Facultad de Económicas de la UB se encargaba de recordarles las vicisitudes económicas con las que se pueden encontrar en el futuro. “¿De qué te sirve aprobar si después no te lo podrás pagar?”, rezaba amenazador el cartel, aunque, al menos ayer, no preocupaba a los jóvenes.

La decena consultados por este diario aseguró que no tendrán problemas para pagar la matrícula el año que viene. Laura, de Badalona, aspira a estudiar Bellas Artes en la UB y cree que las tasas no serán un obstáculo. “Sobrados no vamos, pero lo podremos pagar”. Dos profesores, sentados en un banco esperando sus alumnos, aseguran que las tasas elevadas supondrá un problema para algunas familias, pero no la mayoría. “Todo es cuestión de priorizar los gastos y no todo puede ser gratis. Si pagan, se esforzarán más”, apunta una profesora.

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