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El campo alicantino vela armas ante una nueva sequía

Los agricultores temen que el inicio de un ciclo seco apuntille al sector

Un campo entre Catral y Dolores, en la Vega Baja.
Un campo entre Catral y Dolores, en la Vega Baja.PEP GARCIA

Menos lluvia y mal repartida. La Comunidad Valenciana recibió entre octubre y finales de abril 322 litros por metro cuadrado, un 6% menos de precipitaciones de lo que se considera “normal” en estos siete meses. Un descenso que fue especialmente acusado en el interior de la provincia de Valencia y en las zonas del Vinalopó y L’Alacantí. La lluvia se acumuló en tres momentos de estos meses: en unos días de noviembre, en el temporal de los días 16 y 17 de enero, que afectó sobre todo a L’Alcoià, y en el temporal del 20 de marzo, que llegó a acumular 100 litros por metro cuadrado en Torrevieja. Y aunque la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) considera abril un mes “pluviométricamente normal”, deja claro que en el litoral de Alicante fue “seco o muy seco”.

Y a las puertas del verano, la temporada más seca, las precipitaciones ni están ni se las espera. “En la Comunidad Valenciana el déficit de lluvia de los últimos meses se ha notado sobre todo en las condiciones de humedad del suelo, que es el primer síntoma que suele hacerse visible cuando hay unos pocos meses con lluvias”, agrega en su análisis Aemet.

Una percepción que los agricultores confirman a pie de campo. “El terreno empieza a notarlo. Comienza a hablarse de sequía”, asegura Ernest Blasco, responsable del agua de la Unió de Llauradors.

Con estos mimbres, en el campo alicantino (que riega el 60% de sus cultivos, de regadío, principalmente con aportaciones externas) vuelve a reinar la inquietud y renacen reivindicaciones ya clásicas: el trasvase del Ebro o la mejor planificación global de los recursos, según a quién se le pregunte.

Tras unos últimos años “ligeramente aceptables”, en palabras de Asaja-Jóvenes Agricultores, el sector está preocupado por “qué va a pasar con el trasvase Tajo-Segura”. Estos días se está debatiendo qué cantidad de agua se va a trasvasar a la cuenca del Segura para el segundo semestre del año. El secretario técnico de Asaja-Alicante, Ramón Espinosa, teme que la aportación sea menor por la caída de reservas en Castilla-La Mancha. Y es la única aportación vía trasvase que recibe la provincia, ya que el trasvase Júcar-Vinalopó no funciona y el trasvase del Ebro quedó en papel mojado.

Y el gran proyecto de desalación de la Comunidad Valenciana, la planta de Torrevieja, concebida hace un lustro como la mayor desaladora de Europa (que produciría 80 hectómetros cúbicos al año, la mitad para regadío) aún no se ha puesto en marcha. “Nuestra agricultura depende del regadío y tenemos un déficit estructural de agua. Para sacar adelante la agricultura de Alicante necesitamos aportes de fuera”, enfatiza Espinosa.

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“Me preocupa, sobre todo, la falta de previsión”, agrega Ernest Blasco. El representante de la Unió pone como ejemplo que hace apenas un mes se estaba tirando agua al mar en las Marinas mientras a unas decenas de kilómetros el campo tiene sed y “cada gota cuenta”.

La lluvia de los últimos años ha dejado a los embalses de la Comunidad Valenciana en una situación aún no alarmante. Según el último informe, los pantanos de la cuenca del Segura están al 55,6% de su capacidad y los del Júcar, al 52,2%, por debajo del 66,8% de media española.

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