_
_
_
_
_

La prueba del ADN salva a Santi

Liberado un joven tras pasar cinco meses en la cárcel por una denuncia falsa de violación

García abraza a un familiar, ayer a la salida de la cárcel.
García abraza a un familiar, ayer a la salida de la cárcel. JOSEP LLUÍS SELLART

“No hice nada y lo he pasado muy mal, la prisión es otro mundo, ha sido muy agobiante”. A Santi García, de 27 años y vecino de Cambrils (Baix Camp), le costaba ayer articular palabra mientras sus padres y familiares le abrazaban sin parar a las puertas de la cárcel de Tarragona. A última hora de la tarde, tras casi cinco meses en prisión preventiva, el titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Reus decretó libertad sin cargos para el joven, al que una chica de su misma edad y de origen colombiano acusó de violación.

La pesadilla de Santi se inició el 2 de septiembre de 2011 en Cambrils. Esa noche conoció a L. T. C. y a las seis de la mañana la acompañó a su casa dando un paseo. Las palabras dejaron paso a las caricias e iniciaron un escarceo sexual echados en la hierba. Sin embargo, según la versión de Santi, él mismo decidió frenar la situación porque la chica le mordió el pecho y le arañó, y al joven no le gustan este tipo de juegos sexuales.

Acto seguido, cogió un taxi y se fue a dormir, pero a la mañana siguiente los Mossos lo arrestaron: la chica había presentado una denuncia por violación y por haberle propinado varios golpes. La juez, tras escuchar la versión de L. T., ordenó el ingreso del joven en prisión sin fianza. Después, los forenses examinaron restos de semen de la vagina de la joven, quien trabajaba en un local de intercambio de parejas en Salou. Al final, los resultados dictaminaron que no pertenecía al acusado. Aun así, Santi siguió en la cárcel. “Faltaba la última prueba de ADN, la del semen que encontraron en las bragas, y también se ha demostrado no es de Santi”, afirma su abogado, Pere Sutil. El letrado pedirá el sobreseimiento del caso. “Todo ha sido un cúmulo de despropósitos. Trabajaba en un restaurante de renombre y ha perdido el empleo por la denuncia”, afirma la madre de Santi, Lluïsa Ferraté. “Hemos pasado las Navidades con su foto presidiendo el salón. Alguien tendrá que pagar por todo el sufrimiento ocasionado”, dice Anabel Muñoz, familiar del chico.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_