"¡Un partido del Arsenal es pura matemática!"
Un ataque del Arsenal es un rompecabezas geométrico en movimiento. Los jugadores corren en busca del gol trazando triangulaciones alrededor del balón. En cuestión de segundos, los rivales tienen que descifrar ese código e intuir dónde va a aparecer el siguiente triángulo. Las manos de Marcus du Sautoy (Londres, 1965) se mueven en el aire como las de un trilero. "¡Por eso me encanta ver los partidos!", subraya sobre la nata de su cappuccino. Quién diría que este tipo delgado vestido de violeta y devoto del equipo de Highbury resulta ser el matemático televisivo que congregó a un millón de telespectadores británicos en la Navidad de 2006. Y no para hablarles de cotilleos o de accidentes espectaculares, sino ¡de números!
Es un matemático capaz de reunir a un millón de personas ante el televisor
En España, ningún canal se ha interesado aún por sus documentales. "Debemos perder el miedo a retar a la gente", recomienda. Pero todo llegará. Su primer libro, La música de los números primos (Acantilado), una crónica sobre la búsqueda milenaria del secreto de los números primos, ya va por la tercera edición. Tal proeza justifica que esté tan solicitado y que sólo encuentre un hueco para la cita a media mañana.
La conversación transcurre en la cafetería de la Residencia de Estudiantes. Le encanta este microclima de paz intelectual que amortigua el bullicio urbano. "Estos lugares, donde gente de varias disciplinas se encuentra y discute ideas, son catalizadores del desarrollo intelectual. Es la razón por la que Oxford tiene tanto éxito".
Hace rato que ha desayunado un "delicioso" pan con aceite y tomate, así que prescinde de las pulgas que le sirven. Responde con la misma energía que derrocha en sus programas. "Las matemáticas no son un arcano anticuado. En China e India se han dado cuenta e invierten mucho en investigación. Saben que una población con formación matemática contribuye a mejorar la economía".
Se ha levantado temprano tras dar una conferencia en el CosmoCaixa de Alcobendas, a donde tuvo que acudir recién llegado de Transilvania (Rumania), donde ha grabado parte de una nueva serie para la BBC sobre la historia de los números.
¿Triunfar con la divulgación de las matemáticas, ese hueso de todo expediente académico? Tiene que haber algún secreto. "La clave es saber transmitir tu pasión. La gente inmediatamente se interesa por algo que es capaz de apasionar tanto a alguien". ¿Así de sencillo? "Bueno, hay una segunda clave: que a todo el mundo le gustan los retos. Y, sobre todo, la sensación que da conseguir que todo encaja. De ahí el éxito de los sudokus".
Hay teorías, sin embargo, que escapan a los límites del profano. Suele ser muy frustrante. "Es cierto. Pero yo sólo sirvo un punto de partida para que el lector siga investigando por su cuenta". Afila los ojos, de un azul eléctrico, y engulle la nata de un cucharazo. "Eso sí, tengo siempre en cuenta la cita de Hilbert: 'Sólo puedes decir que una teoría se ha comprendido bien si la puedes explicar a la gente de la calle".
Quizá dé más detalles en su nuevo libro, en el que aborda el concepto de la simetría. Es el diario de un año en su vida como matemático. Un capítulo evoca una inspiradora visita a la Alhambra y su decoración geométrica. "Si alguna vez me perdiera, ése sería el edificio en el que me gustaría pasar el resto de mi vida. Allí sería un hombre feliz".
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