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La frialdad de dos niños argentinos que apalearon y asesinaron a una bebé de dos años “con placer”

En mayo de 2008, los menores, de siete y nueve años, la atacaron golpeándola "sin piedad" para acabar asfixiándola hasta producirle la muerte tras "una larga agonía"

Mirta del Carmen Ortega, madre de Milagros, es consolada por familiares durante el velorio realizado en su casa, el 21 de mayo de 2008.
Mirta del Carmen Ortega, madre de Milagros, es consolada por familiares durante el velorio realizado en su casa, el 21 de mayo de 2008.DAVID FERNÁNDEZ (CLARÍN)
Jorge Marirrodriga

La sociedad argentina asistió entre el horror y el desconcierto a la revelación de los detalles de la muerte de una niña de dos años. Ocurrió el domingo, 18 de mayo de 2008, en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora, al sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Milagros Belizán fue primero golpeada en la cabeza, luego colgada en una pared y finalmente apaleada sin piedad con tablas y asfixiada poco a poco hasta que murió. Los forenses aseguraron que sufrió una "larga agonía" y que ni aun así logró la piedad de sus asesinos. Sus verdugos, una vez detenidos, relataron con toda frialdad hasta los mínimos detalles de su acción y se mostraron, según la magistrada que los interrogó, "plenamente conscientes de lo que habían hecho".

Hasta aquí, el horror; el desconcierto vino cuando resultó que los dos torturadores tenían siete y nueve años cuando cometieron el crimen y los informes psicológicos subrayaron que "fueron fríos y de alguna manera (el asesinato de la pequeña) les produjo placer". En un principio, el crimen fue atribuido a un adulto, cuya casa, situada en una barriada pobre, fue asaltada en una noche de pesadilla. Y los agentes antidisturbios tuvieron que intervenir para impedir su linchamiento.

Los menores pertenecen a una familia desestructurada en la que se repetían episodios de violencia

Pero algo no le cuadraba a la policía. El acusado no respondía como suelen hacerlo los culpables y por la zona alguien había visto a dos hermanos llevando a palazos a la pequeña por la calle. Una vez frente a los agentes, los niños comenzaron a echarse la culpa el uno al otro, pero los agentes ya tenían claro que habían sido ambos. El testimonio de los hermanos fue calificado de "conmocionante y durísimo" por los propios expertos encargados de interrogarlos, hombres y mujeres en principio acostumbrados a esta clase de situaciones. Los niños tan pronto pueden ser "ángeles" como convertirse en "auténticos demonios", rezaba el informe. Los menores pertenecían a una familia desestructurada en la que se repetían episodios de violencia.

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El padre había dejado el hogar hacía tiempo y la madre no ahorraba en golpes. Incluso obligaba a una niña a lavar a mano la ropa de todos cada día. Si la pequeña protestaba, la respuesta llegaba en forma de bofetadas. Los investigadores creen que el sadismo demostrado por los niños había sido aprendido dentro de casa. Los hermanos fueron conducidos a una comisaría, pero las autoridades llegaron a plantearse sacarlos del barrio porque los vecinos amenazaron con matarlos.

Esta historia ha eclipsado a la de un hombre al que la prensa se ha apresurado a calificar de monstruo de Amstetten argentino, por el parecido de su historia con la del electricista austriaco Josef Fritzl. Eleuterio Soria, que tenía 74 años, encerró a su hija durante una década, desde que la niña cumplió 11 años, abusó de ella y tuvo dos hijos. Por ello, fue condenado a 16 años de cárcel. Al escándalo de la historia se sumó la de la condena. Cada año de secuestro y abusos sexuales sobre una menor apenas suponía, en este caso, una pena de poco más de un año de prisión.

"Solamente se pudieron demostrar tres hechos de abuso sexual, producto de los cuales habrían nacido dos menores, y un tercer hecho que desembocó en la huida de la víctima de su casa" cuando tenía 22 años, indicó el fiscal Sergio Antin en declaraciones a la televisión, según informó Efe. Antin destacó que la mujer, de 28 años, vive en pareja y ha tenido otros dos hijos.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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