Pastillera legal
Hola, me llamo María de las Virtudes, Mavi para los amigos, y soy politoxicómana. Sí, aquí donde me ves. Con este fachón. Y este currículo. Y este cargazo. Todo empezó con las cervicales. Me hice una contractura en el pádel, me dieron un relajante muscular y vi el cielo abierto. Bueno, vi el cielo a secas. Hacía mucho que no lo veía. Ni nublado ni con sol. Cuando entro a trabajar no ha salido, y cuando salgo ya se ha puesto. Eso sigue igual. Está la cosa como para cambiar de curro. Pero ahora la que se pone soy yo. Hasta arriba. De todo.
No puedo con mi cuerpo. El trabajo, la casa, los críos, las patas de gallo, el código de barras, la vida. Lo mío no es estrés, es tres millones. Otras apechugan, vale. Pero la carne es débil. Y la mía más. Díselo a mis rodillas, que van con visera. O a mis brazos, lo que queda de ellos. Menos mal que tengo coche oficial. Ya no puedo ni parar taxis. Agito el húmero y hay un maremoto en Sidney. Por el efecto mariposa, o algo así. Me lo soltó ayer el capullo de mi ex. Claro, su flacidez no está a la vista. Se la tapa la barriga. Ese sí que le da a la pildorita azul y yo no digo nada.
No se puede ir a pelo por la vida. Cada una tiene sus recursos. Mi amiga Elena se pone de Amiplim. "Me tomo mi pastillita por la mañana y luego, pase lo que pase, a mí, plim", dice. Yo me meto lo que pillo. Lorazepam, paracetamol, ibuprofeno, cafeína, flores de bach, lo que va saliendo. Todo legal, no vayas a pensar. La contractura se me quitó rápido, pero la losa, no. Todas tenemos una. Se lo dije a mi vecina, que es médica de familia, y se hizo cargo. Ella también se automedica. Está harta de prescribir pastillas en su consulta, así que me evita el viaje. Yo le hago la declaración de la renta, ella me firma las recetas, y aquí paz y después gloria.
Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Mira las reinas de las mañanas.Para mí que se pinchan. Desaparecen en verano y vuelven en otoño con más cara que espalda. Hinchadas como peponas. Seguro que le dan al ácido. Hialaurónico. Ese sí que engancha. Más que el otro. Si no repites dosis a su debido tiempo, no es que te dé el bajón. Se te caen los palos del sombrajo. Y tu cara bonita. A plomo.
El sábado leí en el periódico que Elena Salgado duerme como un bebé y no ha tomado una pastilla en su vida. Con la que tiene encima, la pobre. Dice que es por el yoga. Lo que yo te diga. Las de esa generación están hechas de otra pasta. Les costó tanto conseguir la píldora que con esa han tenido bastante. Y no se dopan. Así ha llegado a vicepresidenta. Yo de dopamina me salgo. Pero de directora general no paso.
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