Los últimos defensores del muro de Berlín
El Gobierno alemán aprovecha el Viernes Santo para retirar 18 metros del paredón
El traslado y almacenaje de 15 trozos del muro de Berlín, unos 18 metros, para llevar adelante la construcción de la sede del Ministerio Federal de Medio Ambiente provocó en la capital alemana una polémica y disputas con denuncia en los juzgados incluida. Todo quedó reducido a una tormenta en un vaso de agua. No obstante, quedó claro que cualquier cuestión relacionada con el muro que durante casi 30 años, desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989, separó en la misma ciudad la dictadura prusiano-estalinista de la democracia y al capitalismo del comunismo lleva consigo un fuerte potencial de controversia.
Erich Stanke es un comerciante de 47 años, de la ciudad alemana de Krefeld, que se ha convertido en caballero defensor del muro de Berlín, o de una parte de lo que quedó tras la caída del comunismo. Afirma Stanke haber comprado 142 metros de muro a un oficial de fronteras de la desaparecida República Democrática Alemana en agosto de 1990, cuando el desmantelamiento del muro estaba en marcha y se disponían a llevárselo al basurero de la historia. Desde entonces, Stanke ha mantenido 57 procesos contra el Gobierno federal y el Estado federado de Berlín para conservar su muro. Según Bild Zeitung, Stanke lleva gastados en sus procesos contra el Estado nada menos que 460.000 euros. Los tribunales no le han reconocido la propiedad de sus metros de muro, pero Stanke, inasequible al desaliento, se mantiene firme en la defensa de lo que considera suyo.
No se pudo impedir la retirada de 15 trozos llenos de 'graffiti' y pinturas que recuerdan a la RDA
Erich Stanke, un comerciante de 47 años, se ha convertido en caballero defensor del muro de Berlín
El pasado Viernes Santo, Stanke llevó una vez más a los tribunales al Gobierno. En lo que el comerciante califica de acción "en la noche y en la niebla", que significa algo así como con nocturnidad y alevosía, unos obreros a las órdenes del Departamento Federal para la Construcción y el Urbanismo arrancaron 15 trozos de muro en pleno centro del nuevo Berlín, en las proximidades de la Postdamer Platz, allí donde se da cita la mayor orgía arquitectónica de la capital alemana reunificada.
La retirada de los controvertidos restos del muro estaba planeada desde hace tiempo para construir en ese lugar la sede del Ministerio Federal de Medio Ambiente. Los arquitectos aseguran que, cuando concluya la construcción, los trozos de muro volverán al lugar y se expondrán para que el público tenga acceso a ellos. Esto no conforma a Stanke y el grupo de los llamados defensores del muro que acudieron a los tribunales para tratar de conseguir una resolución de urgencia que impidiera el derribo y posterior traslado. El miércoles, el tribunal rechazó la demanda, y el Viernes Santo, a las 6.30, comenzaron los preparativos para la operación.
Alertado por unos amigos, Erich Stanke se presentó en el lugar de los hechos. Hasta mediodía de aquel día, en el lugar se celebró una especie de aquelarre entre policía, defensores del muro, representantes gubernamentales y hasta de la empresa Sony, propietaria de una parte de los solares. En un momento de la disputa, Stanke gritó al hombre de Sony: "¡Bájese usted de mi muro!". El ejecutivo replicó con la amenaza de acusarle de allanamiento de morada por invadir la propiedad ajena. También se mezclaban entre los disputantes algunos artistas de los que llenaron los restos de muro de graffiti, así como turistas.
Contra el poder policial que obligó a desalojar el lugar no se pudo impedir que al mediodía se llevase adelante la retirada de los 15 trozos de muro llenos de graffiti y pinturas con motivos que recuerdan el pasado de la RDA y escenas emblemáticas de su historia, como el beso del dictador soviético Leonid Bréznev a su colega germano oriental Erich Honecker. Sostiene Stanke que el traslado ha dañado las piezas y muestra dos agujeros realizados para facilitar las tareas de transporte. Indignado, Stanke declaró: "Aquí se fusiló gente, y ahora esta herencia de la humanidad simplemente la derriban. Esto es una vergüenza". Los turistas y transeúntes opinaban sobre lo que presenciaban. La mayoría, según cita el periódico berlinés Tagesspiegel, se mostraba contraria al traslado del muro. La turista israelí Naama Brill declaraba indignada que éste era su tercer viaje a Berlín, pero no volverá al comprobar cómo las autoridades hacen escarnio de la historia. El danés Meds Christensen decía que llevar los trozos de muro a otro lugar era una falsificación. A Daniel Steinbach, un berlinés del Este, le parece "muy bien que quiten el muro de una vez".
La mayor galería de pintura al aire libre
DE LOS 43 KILÓMETROS del muro interior que separaban Berlín Este de Berlín Oeste, el sector soviético del estadounidense, el británico y el francés en que la capital alemana quedó dividida al final de la II Guerra Mundial, sólo quedan en pie 4,5 kilómetros. El resto desapareció destrozado o como recordatorio en el entusiasmo de los primeros momentos tras la caída del llamado muro de la vergüenza en el Oeste o muralla antifascista en el Este.
El 13 de agosto de 1961, las autoridades de la República Democrática Alemana erigieron el muro de Berlín para impedir
la sangría que suponía la huida continua a Berlín Oeste con un simple billete de metro. Se levantó así uno de los símbolos más siniestros de la historia de la guerra fría, el testimonio palpable del fracaso de un régimen que tuvo que encarcelar a todo un país de 17 millones de habitantes. Sólo podían viajar al Oeste, con permisos especiales, las gentes de confianza,
o al cumplir la edad de jubilación, los ciudadanos de a pie. No se sabe con certeza el número de víctimas mortales
en el intento de cruzar el muro o las alambradas que separaban las dos Alemanias. En Berlín, un grupo de estudio ha contabilizado hasta el pasado agosto 125 muertos sin ninguna duda.
La caída del muro inspiró a muchos artistas más o menos espontáneos que cubrieron de graffiti los restos que
se conservan. Por eso el trozo mayor de muro todavía en pie constituye la que se considera mayor galería de pintura al aire libre del mundo: la East-Side-Gallery, que tiene 1,3 kilómetros.
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