La cuadratura del círculo fiscal-presupuestario
A lo largo de la pasada semana se ha publicado abundante información sobre la economía española, que en general no ha sido muy buena. Entre la más relevante tenemos el avance de la inflación de septiembre (IPCA), que dio una caída notablemente superior a la prevista.
También se han conocido los indicadores de confianza de la Comisión Europea, que suponen un retroceso respecto a la tendencia de mejora que venían registrando desde la primavera; la balanza de pagos de julio, que muestra una fuerte corrección del déficit exterior; la ejecución del presupuesto del Estado hasta agosto, que sigue asombrando por la caída, cada vez mayor, de los ingresos por impuestos; los precios de la vivienda, que muestran una caída bastante menor de la que sería deseable y además una ralentización del ritmo de dicha caída, lo que nos indica que el proceso de ajuste en el sector inmobiliario va para largo, o los resultados de las empresas de la central de balances del Banco de España en el primer semestre del año, cuyos datos más significativos se resumen en una reducción en términos interanuales del valor añadido y del resultado ordinario neto del 15,7% y 28%, respectivamente.
Tal y como están diseñadas las cuentas, el déficit del próximo año será mayor que el de éste
No se ve ni se anuncia ningún plan estratégico de reducir todo aquel gasto público innecesario
Asimismo, se ha difundido el paro y las afiliaciones de septiembre, que, tras unos datos un tanto atípicos en los meses anteriores nos han devuelto a la realidad, es decir, que, aunque a bastante menor ritmo que en los meses finales de 2008 y primeros de 2009, el empleo continúa disminuyendo y el paro subiendo, y, por último, las previsiones del FMI, que confirman lo ya señalado en estas páginas en varias ocasiones, que la economía española tiene problemas adicionales y diferenciales respecto a las de su entorno y que ello va a retrasar el inicio y la consolidación de la recuperación.
Pero el tema de la semana ha sido la presentación del proyecto de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2010. Como en esta ocasión más que en ninguna otra el proceso de su elaboración ha sido televisado en directo, provocando el asombro, el temor y la ira de la ciudadanía, el conocimiento final del mismo no ha tenido el impacto de otros años.
En resumen, yo diría que estos presupuestos pretenden la cuadratura del círculo. El Gobierno ha visto impotente cómo el déficit se iba a niveles impensables e insostenibles. Baste recordar que la previsión de déficit del conjunto de las AAPP contemplada en los PGE de 2009 para el año en curso era de -1,9% del PIB y la estimada ahora es de -9,5% (previsión que, muy probablemente, se quedará corta y que podría irse al 11%-12% perfectamente). Por otro lado, desde el punto de vista del gasto público, para el gasto social, lo que haga falta y más; para la financiación a las CCAA, lo mismo, no sea que las pobres tengan que apretarse el cinturón; sólo a los sufridos funcionarios (y seguros en su empleo) se les va a imponer una cierta moderación salarial, y se van a comprar menos lapiceros y ordenadores. Es decir, sobre el papel (esto hay que tenerlo en cuenta, porque si hay que ampliar créditos en 2010 se ampliarán, como se ha hecho en cantidades astronómicas este año), el gasto del Estado se reduce un 3,9%, pero no se ve ni se anuncia ningún plan estratégico de reducir todo aquel gasto público que es innecesario y no aporta nada a la producción y la calidad de los servicios públicos. Tampoco se indica a las CCAA y entidades locales, los verdaderos agentes del gasto, que hagan lo mismo.
Frente a estos planteamientos, a Bruselas y a los mercados hay que decirles que en 2012 el déficit volverá a estar en el 3% del PIB. Para empezar, se prevé que en 2010 se reduzca al 8,1%. Y eso se intenta hacer subiendo los impuestos en 0,6 puntos del PIB en 2010 y otros 0,4 puntos en 2011. Pues bien, todo esto es como la cuadratura del círculo, simplemente imposible. Tal como están diseñados los PGE de 2010 y presumiblemente se diseñen los de las entidades territoriales, el déficit del próximo año será mayor que el de éste, ya que la subida impositiva y la relativa austeridad en el gasto no van a poder compensar los efectos de los estabilizadores automáticos y el aumento de los intereses de la deuda. Como dirían los falleros de Valencia, ya están hechos los presupuestos del próximo año, sentémonos ahora a hacer en serio los de los siguientes.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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