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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Arquitectura española

Nos recomienda muy acertadamente el ministro de Industria consumir productos españoles como un medio para potenciar nuestra maltrecha economía. Todos se lo agradecemos, pero hay que hacer pedagogía más amplia y el ministro Sebastián se lo debe pedir encarecidamente a los alcaldes, consejeros, presidentes, rectores, etc., para que dejen de encargar proyectos importantísimos, a veces mediante concursos (con unos resultados manejados por unos jurados con mayoría de políticos o funcionarios y nombrados por ellos mismos, generalmente contra la opinión de los arquitectos presentes, en clara minoría), a las estrellas mediáticas de la arquitectura, cuyos estudios se radican en Inglaterra, Francia, Suiza, Holanda, EE UU, etc., por lo que los honorarios también se dirigen a los citados países en vez de potenciar los estudios y consultings de calidad que existen en nuestro país y que dan trabajo a muchos españoles y extranjeros que residen y pagan sus impuestos aquí.

Si añadimos que los resultados están siendo más bien dudosos, léase la Biblioteca Universitaria de Sevilla, el Edificio Pelli en Sevilla, el Palacio de Congresos de Córdoba, Proyectos en Vigo, Toledo, Islas Canarias, La Gran Ciudad de la Justicia en Madrid, Valencia, y así hasta un interminable número de ciudades y pueblos donde están siendo ejecutados edificios con dinero de todos los españoles para potenciar a profesionales de otros países, y no precisamente porque están buscando la calidad de la arquitectura, sino porque tienen la necesidad provinciana de sacarse la foto con la estrella de turno.

Lo menos que debemos pedir es que sea a cambio de algo: ya que no nos dan buena arquitectura, que por cada edificio que ellos construyan en nuestro país, a cambio, un arquitecto español con prestigio construya a su vez otro en el país de la estrella. Tenemos el derecho de poder trabajar en nuestras ciudades y los políticos, con el sueldo que les pagamos con nuestros impuestos, de hacerlo posible y que no se olviden de que sólo nuestros votos los colocan donde están.

Somos muchos los que esperamos algo bueno de la crisis económica: dejar de ser nuevos ricos y emplear mejor nuestro dinero.

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