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La fiscalía se resiste a retirar los cargos contra DSK

La acusación y los abogados no llegan a un acuerdo para cerrar el caso

Antonio Caño

Dominique Strauss-Kahn tendrá todavía que esperar para obtener su completa libertad. La fiscalía se resiste a retirar los cargos contra él por violación y agresión sexual. Una reunión sostenida ayer entre representantes de la acusación pública y los abogados del ex director del Fondo Monetario Internacional concluyó sin acuerdos, lo que alarga este caso y deja aún abierta la posibilidad, por remota que sea, de que pueda llegarse aún a un juicio.

La reunión había sido convocada por ambas partes para explorar la posibilidad de alcanzar un compromiso sin esperar a la próxima comparecencia ante el juez, fijada para el día 18 de este mes. Una vez que la fiscalía ha admitido que la presunta víctima del ataque sexual carece de credibilidad para sostener su testimonio ante un jurado, parecía inútil alargar la situación provisional en la que se encuentra Strauss-Kahn, libre para circular en Estados Unidos pero no para abandonar el país.

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Las vías para apresurar el proceso son la retirada unilateral de las acusaciones presentadas en su día por los fiscales o bien un acuerdo para que Strauss-Kahn se declare culpable de algún delito menor, que no exija el cumplimiento de una pena de prisión, a cambio de ser exonerado de los cargos más graves.

La defensa del político francés, interesada también en limpiar la reputación de su cliente, se negó a esto último. La fiscalía, que cree tener pruebas de que algo ilícito ocurrió al mediodía del 14 de mayo en la suite 2806 del hotel Sofitel de Nueva York, se resiste a cerrar por completo este episodio.

Ese pulso puede aún mantenerse por unos días. El abogado del acusado, Benjamin Brafman, declaró tras la reunión de ayer que había sido "constructiva", pero no dio detalles de ningún acuerdo.

El fiscal del distrito de Manhattan, Cyrus Vance, encargado del caso, no había hecho ningún pronunciamiento oficial al cierre de esta edición.

Antes del encuentro, Brafman había advertido que su defendido no iba a tolerar confesarse culpable de nada sobre lo que la fiscalía no tuviera pruebas concluyentes. Muy seguros de su posición después de saberse que la acusadora, la joven guineana Mafissatou Diallo -la prensa norteamericana sigue protegiendo su nombre-, había mentido sobre algunas circunstancias del pasado y el presente de su vida, los abogados defensores parecen no admitir más que el simple sobreseimiento del procedimiento.

Tan débil parece la situación de la fiscalía neoyorquina, que resultó una cierta sorpresa que ésta no acabara aceptando esa solución en la reunión de ayer. El hecho de no hacerlo constituye un soplo de esperanza para Diallo. Cada día que pasa hasta el 18 es un día más que los fiscales y la defensa de la mujer tienen para intentar apuntalar un caso que está a punto del derrumbe. Otros pequeños detalles contribuían ayer a esa esperanza.

El principal, la declaración del sindicato al que pertenece la camarera, cuyo presidente, Peter Ward, manifestó que Diallo fue recomendada para su puesto en el Sofitel por la organización humanitaria International Rescue Committee, que se ocupa de la protección de personas en búsqueda de asilo. Esto destruye algunas teorías conspirativas.

Al mismo tiempo, están las declaraciones del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, en las que defiende el trabajo de Vance -"creo que tomó las decisiones correctas"- y la demanda presentada por los defensores de Diallo contra el diario sensacionalista New York Post por llamarla "prostituta" en su portada. Los abogados de la supuesta víctima pidieron ayer por carta a Vance que se aparte del caso y que nombre a un fiscal especial en su lugar.

Estos elementos se suman a la voluntad de la presunta víctima de seguir defendiendo su argumento inicial sobre la violación. Aún está sobre la mesa su testimonio en el hospital que la atendió después de los hechos, aunque tiene algunas pequeñas diferencias con el que prestó a la policía. Aún están las pruebas de ADN del semen de Strauss-Kahn en la habitación del Sofitel. Parecen existir pruebas suficientes de que algo sórdido ocurrió ese día en la suite 2806.

Pero sobre todas esas sospechas se impone todavía el hecho contundente de que este caso no puede sostenerse exclusivamente sobre el testimonio de la camarera. Con lo que hoy se sabe, la fiscalía sería acusada de irresponsabilidad si fuese a un juicio. El juez, probablemente, no lo permitiría. Es necesario algo más. Vance y los abogados de Diallo tienen que encontrar algo más. Y tienen once días para lograrlo. Quizá menos.

Dominique Strauss-Kahn, en una fotografía de archivo.
Dominique Strauss-Kahn, en una fotografía de archivo.REUTERS

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