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Rusia y EE UU se centran en el comercio tras superar sus diferencias

Medvédev visita Silicon Valley para interesarse por los avances tecnológicos

Antonio Caño

Adiós al teléfono rojo. Barack Obama y Dmitri Medvédev han decidido sustituirlo por Twitter. El viejo instrumento, mitad realidad mitad ficción, que conectaba a la Casa Blanca y al Kremlin en los sombríos años de la guerra fría para contener in extremis el estallido de un conflicto, ha dado paso al mucho más festivo y transparente nuevo medio de comunicación descubierto por el presidente ruso en su gira por Silicon Valley.

Medvédev se interesó por los secretos del iPad, del iPhone 4 y otros instrumentos surgidos de la creatividad de Apple, se entrevistó con cerebros de la Universidad de Stanford, conoció las peculiaridades del modelo empresarial de Google en Cupertino y aprovechó su visita a Twitter para abrir su nueva cuenta @KremlinRussia_E. Obama, que tiene la suya desde hace tiempo, le invitó a utilizar a partir de ahora este sistema para profundizar su relación.

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Medvédev discutió, por supuesto, con Obama y con sus principales asesores asuntos relevantes de la actualidad internacional. Pero el interés despertado por su estreno en Twitter, además de una prueba de la influencia alcanzada por las redes sociales y los nuevos vehículos de comunicación, es un indicador de que, en lo que respecta a la política, las relaciones entre EE UU y Rusia van como la seda. "Hemos hecho progresos que hubieran sido impensables hace solo 17 meses", cuando Obama asumió el cargo, dijo el presidente estadounidense.

Desaparecido el escudo antimisiles europeo, firmado el Nuevo START para la reducción de armas atómicas, aprobadas las sanciones a Irán y coordinados los esfuerzos ante otras crisis, como la de Corea del Norte, Obama y Medvédev certificaron ayer la amistad que les une -el éxito de la "reprogramación", como se ha dado en llamar a este proceso- y su voluntad de extender esa colaboración a las inminentes reuniones del G-8 y del G-20, que comienzan hoy en Toronto.

Tanta es la cordialidad de su agenda, que los líderes tuvieron tiempo de salir de la Casa Blanca para ir a comer a la hamburguesería preferida de Obama, un modesto local llamado Ray's Hell que está a rebosar desde que se supo la predilección del presidente. Compartieron el paquete de patatas fritas. Pagó Obama.

A falta de discrepancias política reseñables, tanto Obama como Medvédev quisieron destacar las enormes posibilidades futuras que pueden tener las relaciones ruso-norteamericanas en otros campos. "Las relaciones entre nuestros dos países no pueden quedarse en los asuntos de la guerra fría", dijo el presidente norteamericano, "no pueden reducirse al tema del control de armamentos, deben ampliarse al comercio, al intercambio, a la promoción de energías limpias, a los asuntos que permitan más prosperidad".

La visita de Medvédev a California no está motivada solo por la curiosidad de conocer de cerca los nuevos artilugios que cautivan al mundo. El presidente ruso está personalmente interesado en desarrollar la industria tecnológica en su país y está impulsando una versión rusa del Silicon Valley, un proyecto en la ciudad de Skolkovo para el que busca asesoramiento y dinero de los grandes gigantes tecnológicos norteamericanos. En el consejo de asesores de Skolkovo se sientan, entre empresarios e investigadores rusos, el consejero delegado de Google, Eric Schmidt, y el presidente de Cisco Systems, John Chambers, quien ha aprovechado la visita de Medvédev para anunciar la inversión de 1.000 millones de dólares en Rusia.

Medvédev y Obama hablaron ayer de estos y otros potenciales mercados con miembros de las cámaras de comercio de ambos países. Las posibilidades, en efecto, son gigantescas, pero las dificultades también. Los inversores norteamericanos saben que el Estado mantiene una fuerte conexión con los negocios en Rusia y que no siempre garantiza la seguridad jurídica y la libertad de movimientos que se requieren para el éxito empresarial. "Hay cosas que deben de cambiar en el ámbito de los negocios", dijo Medvédev.

Ese será, con toda probabilidad, un tema de fricción en el futuro. Perohay otras discrepancias. Obama reconoció que Georgia, el país que Rusia invadió hace dos veranos, es una de ellas. El comercio es otro. EE UU se queja de los estándares comerciales impuestos por Moscú, que bloqueaban, por ejemplo, el acceso de pollos norteamericanos. Ayer hubo avances en ese terreno y Obama dijo que apoyaría la entrada de Rusia en la Organización Mundial de Comercio.

Dmitri Medvédev y Barack Obama abandonan juntos la Casa Blanca tras su reunión de ayer.
Dmitri Medvédev y Barack Obama abandonan juntos la Casa Blanca tras su reunión de ayer.AFP

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