¿Pueden los reyes traerme un Bush?
Bola para los hermanos Castro; bola para el mundo árabe y musulmán; bola para Irán; y bola para Putin. Obama ha empleado todo el año 2009 en sacar de la cancha las pelotas que Bush fue acumulando durante ocho años. Tras una impresionante serie de raquetazos retóricos desde El Cairo a Estambul, Obama, ridiculizado por los conservadores como el "orador en jefe" (en contraposición al Bush "comandante en jefe"), comienza 2010 listo para jugar y en plena forma. ¿Pero y los contrincantes? ¿Están preparados?
Si hacemos un ranking, los primeros serían algunos de nuestros primos latinoamericanos, que nunca dejan pasar una oportunidad de dejar pasar una oportunidad. Veinte años después de la caída del muro de Berlín, el régimen narcisista-leninista de Hugo Chávez se ha propuesto montarse una guerrita fría en miniatura regional. Y la verdad, como se dice por allí, le luce bonita ya que para ser fiel al modelo soviético original no sólo reprime a la oposición, amordaza la prensa y amenaza a sus vecinos, sino que ha conseguido que haya cortes de luz y escaseen los alimentos básicos. Todo muy fidedigno.
Como Gorbachov, Obama parece un buen tipo con buenas intenciones
Tampoco se quedan cortos los hermanos Castro, tan desmoralizados ante la falta de agresividad de Obama que tuvieron que cerrar el año con unas impresionantes maniobras militares para dejar bien claro a la población que el Ejército cubano está alerta y presto para repeler una invasión imposible siquiera de imaginar. Si yo fuera Obama levantaría el embargo de inmediato y sin condiciones y devolvería Guantánamo a Cuba: seguro que el régimen se desmoronaría entre sollozos de los Castro. ¿Cincuenta años de resistencia al imperialismo para acabar seducidos por un afroamericano criado en Honolulú? ¡Qué humillación!
El hecho es que ni siquiera Lula pudo resistir los encantos del antiimperialismo. En lugar de forjar una alianza estratégica con Obama que podría tener importantes repercusiones triangulares tanto en Asia como en Europa, especialmente desde el punto de vista energético y de cambio climático, no se le ocurrió otra cosa que despedir el año recibiendo al presidente de Irán.
De la mano de Lula aparece en el listado el régimen iraní, también atónito ante los intentos de Obama de congraciarse con él. Un razonable acuerdo internacional que diera todas facilidades al programa civil nuclear de Irán sería bastante desastroso para los duros de Teherán; sólo así se entiende que se opongan a él con uñas y dientes. Incluso es posible que el programa nuclear iraní fuera un puro farol para provocar a Occidente y que ahora se vean obligados a seguir con él contra su voluntad. Seguro que los más duros deben estar desesperados porque Israel no haya bombardeado todavía sus instalaciones nucleares. Israel bombardeó el reactor iraquí, y también el sirio. ¿Es que ya no se respetan las reglas del juego de Oriente Próximo? ¿Por qué esta inadmisible discriminación? Mientras, el tiempo de las negociaciones se agota, sí, pero también el tiempo del régimen, obligado a incrementar la represión interna sin poder contar con un enemigo exterior que pueda justificar lo injustificable.
En el ranking no podría dejar de estar la Rusia de Putin. Después de todas las tensiones y malentendidos derivados del escudo antimisiles que Bush quería instalar en Polonia y República Checa; las perspectivas de que Ucrania y Georgia pudieran entrar en la OTAN; y, al final, la guerra de Georgia, Hillary Clinton se presentó en Moscú (literalmente, no en sentido figurado) con una cajita que tenía un botón con el que inicializar las relaciones. Pero la fría recepción que se dispensó a Obama en Moscú mostró que la única víctima posible de la ofensiva de encanto (el presidente Medvédev) está convenientemente en cuarentena y sometido a permanente vigilancia ideológica. Algunos observadores dicen que la élite rusa, acostumbrada todavía a la lógica de la guerra fría, se ha tomado este acercamiento estadounidense como una muestra de debilidad que confirma el declive americano. E incluso algunos dicen por lo bajo que Obama es como Gorbachov, un buen tipo con buenas intenciones que, víctima de su inocencia, corre el riesgo de ser el último presidente de un Estados Unidos con rango de superpotencia. De ahí que aunque Rusia sea la última interesada en un Irán nuclear o en un Afganistán dominado por los talibanes, no deje de deleitarse ante los problemas que Obama está encontrando.
Por ahora, Obama ha recorrido la mitad del camino para encontrarse sólo con el eco de sus palabras. El despertar bolivariano, la gerontocracia castrista, los guardianes de la revolución y los hombres del KGB, todos necesitan el imperialismo yanqui para sobrevivir. No necesitamos leer sus cartas a los Reyes Magos para adivinar cuáles son sus secretos deseos para 2010. ¿Se puede devolver el Obama que trajeron el año pasado?
jitorreblanca@ecfr.eu
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