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El futuro de los Balcanes

Libertad tutelada

La Unión Europea puso ayer formalmente en marcha una misión civil con el mandato de crear en Kosovo un Estado de derecho, democrático, respetuoso con las minorías, viable y abocado a la integración en Europa. La misión Eulex tomará el relevo definitivo de otra de la ONU (Unmik) dentro de 120 días y, en principio, para dos años de despliegue, periodo que la historia permite aventurar como insuficiente para conseguir nada en la región. Las más urgentes atenciones de la misión irán dirigidas a la protección de las minorías y a luchar contra la corrupción y la delincuencia organizada. Con alrededor de 2.000 efectivos internacionales apoyados por otro millar de kosovares, Eulex es la mayor misión civil puesta en marcha por la UE hasta la fecha.

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La misión debe sustituir a la que Naciones Unidas desplegó en Kosovo en 1999, que seguirá teniendo la responsabilidad de lo que ocurra en el territorio durante el paulatino despliegue de Eulex, una transición que debe concluir a mediados de junio. Tanto Unmik como Eulex están respaldadas por los 17.000 soldados de la Kfor, la operación militar dirigida por la OTAN con el aval de la ONU.

El grueso de la misión, alrededor de 1.500 agentes, serán policías, la mitad de ellos especializados en antidisturbios. Otros 250 expedicionarios serán juristas (jueces y fiscales, esencialmente) y el resto profesionales del control de fronteras, de aduanas o en la gestión de prisiones. Aunque la misión es de la UE cuenta con aportes de otros países: EE UU, Turquía, Noruega, Suiza y Croacia. Muchos de los elementos son enviados ex profeso por los distintos países. España, muy fría con respecto a todo el proceso de secesión kosovar, hará una contribución mínima consistente en incorporar a Eulex a los ocho guardias civiles, seis policías y dos oficiales de enlace desplegados ahora en Unmik. Es también posible que Madrid envíe un juez a Eulex.

El deseo de contribuir a la creación de un Kosovo independiente no oculta la dudosa base jurídica de la operación. Fracasado el acuerdo entre serbios y kosovares que daría vía libre a la misión, Bruselas sostiene su misión en una ambigua reacción del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. La falta de una declaración explícita del secretario general, imposible por la oposición rusa, que pusiera el rotundo sello de Naciones Unidas al despliegue lleva a Belgrado y a Moscú a manifestar que la misión es un "vergonzoso acto de ocupación ilegal" por parte de la UE.

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