Bolivia se parte en dos modelos irreconciliables

"Si fuéramos chinos ya habríamos hecho lo de un país dos sistemas, pero somos bolivianos. Aquí no hay sistema y vamos a ver si hay país". El pequeño empresario de Santa Cruz que lanza la idea reconoce que lo que ayer se puso en juego en el referéndum sobre la autonomía de la provincia más rica de Bolivia forma parte de una gran partida entre dos visiones encontradas de lo que debe ser el país. Dos visiones que cada vez dan más pasos en direcciones opuestas y que se preguntan cuál será el próximo movimiento. Mientras tanto, en las próximas semanas las provincias de Pando, Beni y Tarija votarán sus propios estatutos.

"Ahora es Morales quien tiene que jugar la pelota", opina un periodista de la zona

"La simple celebración del referéndum sobre la autonomía es un gol por la escuadra al Gobierno de Evo Morales. Ahora, él tiene que jugar la pelota", opina Julio César Caballero, un conocido periodista de Santa Cruz de la Sierra, quien reconoce que no se trata sólo de lograr un mayor grado de autogobierno para la provincia sino de oponerse al proyecto de Morales. Eso explica por qué casi el 90% de los encuestados que decidieron ir a votar ayer reconozcan que no se habían leído el Estatuto de Autonomía. "No hace falta", aseguró a la prensa el gobernador Rubén Costas.

Morales propone una organización nacional basada en el socialismo marxista y el indigenismo y así lo ha plasmado en la nueva Constitución que todavía debe ser refrendada y que el pasado diciembre puso al país al borde del enfrentamiento armado. Un proyecto que rechaza de plano la mayoría de los habitantes de Santa Cruz, quienes aducen en primer lugar razones históricas para oponerse a recibir órdenes desde La Paz. Una diferencia incluso racial: los cambas en el este tropical y agrícola y los collas en el oeste árido y minero.

Pero ha sido la drástica expansión económica a partir de los años setenta de esta provincia, hasta entonces semiabandonada, la que está en la base de la pugna de poder con el Gobierno de Morales. Hoy la región de Santa Cruz, con 2,5 millones de habitantes, supone el 33% del producto interior bruto (PIB) boliviano, sus exportaciones representan el 53% del total del país y su nivel de desempleo y de pobreza está por debajo de la media nacional. En su territorio está el 40% de las tierras cultivadas de todo el país y bajo ellas se encuentra el 20% del gas que se extrae.

"Morales nos acusa de oligarcas, pero es él quien se ha aliado con la antigua oligarquía, con las grandes familias que explotan el estaño y el cobre. Quiere controlar la caja", asegura el periodista Julio César Caballero. "El Gobierno va a tener que dialogar. Yo creo que en Santa Cruz se aceptaría la Constitución de Evo Morales simplemente si reconociera nuestro modelo de autonomía", señala. Dicho así parece factible, pero leyendo ambos textos es buscar la cuadratura del círculo.

Los dirigentes cruceños están convencidos de que el presidente boliviano no tendrá más remedio que dialogar con ellos. Pero debe hacerlo pronto porque se está materializando otro factor de inestabilidad que puede ser el detonante del estallido social del que todos hablan pero nadie quiere, porque ambas visiones de Bolivia perderían con él.

"El verdadero problema que se nos viene encima es el hambre", advierte Nicolás Castellanos, quien después de 30 años como obispo de Palencia llegó a Santa Cruz hace 17 y con la Fundación Hombres Nuevos trabaja en las zonas más deprimidas de la provincia.

"En Bolivia nunca se había pasado tanta hambre como en los últimos dos años", añade en su casa situada en el Plan 3000, una barriada cruceña fiel al presidente Morales. El precio del pan ha aumentado un 200% para personas que apenas viven con tres euros al día. En este sentido, Bolivia ha sido catalogada por Naciones Unidas como un país en riesgo de crisis alimentaria.