España planea ya destruir sus bombas de racimo
El Gobierno está preparando "medidas de acompañamiento" al futuro tratado de prohibición de las bombas de racimo, cuyo borrador fue acordado el pasado miércoles en Dublín (Irlanda) por representantes de 109 países.
Fuentes del Ministerio de Exteriores aseguraron ayer que ya se trabaja en la declaración de una moratoria sobre el empleo de este tipo de armas, que permitiría anticipar la entrada en vigor del tratado por parte de aquellos países dispuestos a suscribirlo. Se trata de una medida de carácter político, pues los países que con mayor profusión las han usado en los últimos años, como EE UU e Israel, no se han sumado al pacto.
Más trascendencia tienen los planes para la destrucción de los arsenales en manos de los respectivos ejércitos. Fuentes del Ministerio de Defensa reconocieron que tanto el Ejército del Aire como el de Tierra españoles disponen de bombas de racimo. En el primer caso se trata de bombas antipista tipo BME-330, fabricadas por la firma vasca Expal; y en el segundo, de granadas de mortero MAT-20 de Instalaza.
Las fuentes consultadas no pudieron precisar el volumen del arsenal ni el tiempo necesario para destruirlo, debido a los estrictos requisitos medioambientales, pero estimaron que no será demasiado largo, dada la experiencia adquirida con la eliminación de las minas antipersona.
"Un acto inhumano"
Lo más importante, con todo, es que Defensa admite que la totalidad del arsenal español deberá ser destruido, ya que los requisitos fijados en el borrador de tratado para posibles excepciones son muy rigurosos. Hasta hace poco, Defensa defendía que los proyectiles de fabricación española, que cuentan con un dispositivo electrónico para hacerlos estallar y que no se conviertan en bombas durmientes, podían quedar excluidos de una posible prohibición.
El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se mostró ayer "muy satisfecho" del acuerdo de Dublín, por considerar que el uso de bombas de racimo constituye "un acto totalmente inhumano". Este tipo de bombas dispersan miles de proyectiles por una amplia superficie de terreno y tienen sus mayores víctimas entre la población civil.
Además de destruir su propio arsenal, España se propone colaborar en la recogida y desactivación de estos proyectiles, lo que ya está haciendo en el sur de Líbano.
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