Cádiz abre una fosa de la guerra llena de secretos
Nadie quiere hablar de lo que les pasó a las 10 víctimas de Alcalá del Valle
Los arqueólogos, antropólogos e investigadores que trabajan alrededor de las fosas del franquismo suelen contar que el miedo y el silencio que las rodeaba hace diez años, cuando empezaron a exhumar, se ha ido desvaneciendo con el tiempo. Pero ayer, en Alcalá del Valle (Cádiz), empezaron a abrir una con diez víctimas, entre ellas una mujer, todavía envuelta en el misterio.
Los vecinos que suelen acercarse al lugar a ofrecer detalles y testimonios no han acudido esta vez. "Este pueblo estuvo en manos de los sublevados y del Frente Popular, y los vecinos aprovecharon cada momento para llevar a cabo sus particulares venganzas denunciándose entre ellos", explica Jonah Rubin, antropólogo social de la Universidad de Chicago, que lleva un año recogiendo recuerdos de la represión. "Conseguimos información a cuentagotas", corrobora Marco González, coordinador de la exhumación y miembro de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que en este caso no cuenta con subvención del Gobierno.
Lo que sí saben de las diez víctimas es que fueron asesinadas en septiembre de 1936 por falangistas, y que en el lugar donde las buscan, una fosa en el cementerio de la localidad, se construyó hace años un panteón que dificulta los trabajos arqueológicos.
Una de las víctimas, Julio Pardillo Oliveira, practicante, era de derechas, según los testimonios recabados por Rubin. "Según cuentan los testigos, los falangistas lo mataron como represalia por haber salido con una bandera blanca el día en que el Frente Popular entró en el pueblo". Otro de los fusilados era albañil. A Isabel González Linares, la única mujer en la fosa, "parece que la mataron por ser esposa de un rojo al que también asesinaron los falangistas".
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