"Se avecinan meses muy peligrosos"
John Varley asoma por el quicio de la puerta y todo el mundo sabe, desde el primer instante, que en la sala hay un banquero. Y para más señas, inglés. Tocado con unos inimitables tirantes azules y un punto de ironía que va soltando a ráfagas, Varley (Warwick, 1956) pertenece a esa estirpe de financieros cuya influencia va más allá de la esfera de las finanzas: es una suerte de Emilio Botín británico, por su enorme ascendente sobre Gordon Brown, primer ministro del Reino Unido.
Son tiempos duros para los banqueros. Especialmente para los británicos, que han vivido nacionalizaciones, desplomes bursátiles y formidables escándalos por los sueldos estratosféricos de ejecutivos que han dejado temblando el prestigio de la City de Londres. El consejero delegado de Barclays, uno de los bancos que ha logrado salvarse de la quema en estos dos años de pesadilla, saca la flema desde el minuto número uno. "Hay varios actores en este drama: Gobiernos, reguladores, supervisores y, por supuesto, bancos. La industria financiera ha fallado en esta crisis. Es muy importante que los bancos asuman su responsabilidad. Que se disculpen. Sólo así volverá la confianza", dispara.
"Es importante que los bancos admitan sus errores y se disculpen"
"Para el mundo, 2009 y 2010 van a ser aún años muy difíciles"
"Los reguladores de todo el mundo miran con interés al Banco de España"
"No hay que cantar victoria porque hay riesgos en el horizonte"
En Barclays, los últimos meses han sido un verdadero tobogán: de la oferta fallida por ABN Amro a una lucha contra la crisis que incluye la salida de grandes accionistas, compras y ventas sonadas -incluyendo Lehman Brothers, cuya división norteamericana adquirió tras la quiebra que dejó las finanzas internacionales al borde del abismo- y una resistencia numantina a aceptar las ayudas del Gobierno británico. En una fugaz visita a Madrid, Varley expone una visión de primerísima mano sobre la banca anglosajona, presa de ese vendaval, y sobre la economía global, como asesor de Brown. "Lo peor de la crisis bancaria ha pasado", asegura aparentemente distendido este hombre que lleva media vida en Barclays. Evidentemente, hay un pero: "Lo peor de la crisis económica, el paro, está aún delante de nosotros. En España se avecinan meses muy peligrosos", avisa.
Pregunta. El Nobel Paul Krugman asegura que los problemas en el Reino Unido están relacionados con los últimos años de desregulación y fundamentalismo de libre mercado, que inauguró Margaret Thatcher y ha rematado el laborismo. ¿Está de acuerdo?
Respuesta. En absoluto. Creo que lo que hemos visto en el Reino Unido es un ejemplo extremo de una economía financiera impulsada por el endeudamiento, alejándose cada vez más de la economía real. No creo que eso sea una consecuencia de la desregulación: creo que es el modelo que subyace de una época de dinero fácil, accesible para todo el mundo. A causa de la extensión del endeudamiento en el Reino Unido, muy relacionada con la compra de viviendas, tenemos ahora una gran necesidad de desapalancamiento. Pero no lo veo como la consecuencia de una aproximación anglosajona a la regulación.
P. Sin embargo, la crisis ha provocado ya los primeros cambios regulatorios en EE UU y en Europa. ¿Le gustan esos cambios?
R. Lo más importante ahora es que los reguladores y los Gobiernos de todo el mundo actúen conjuntamente. Sería una consecuencia nefasta de la crisis actual si viéramos aparecer nacionalismos en la nueva regulación. Pero soy optimista. El lenguaje que han escogido en las últimas semanas el G-20, los bancos centrales y los reguladores alrededor del mundo está muy cerca de esa consistencia, de la colaboración. Queda por ver si las palabras y los hechos acaban casando. Eso será fundamental para el futuro de la industria financiera.
P. De momento, el Gobierno británico ha mostrado sus diferencias con el proyecto de reforma de la Comisión Europea.
R. Mi punto de vista es el siguiente: para Europa es necesario un libro de reglas, de estándares comunes. Tratar de no perder de vista esa consistencia, dar a todos los cambios cierta homogeneidad. Un marco que operara extensamente alrededor del mercado europeo sería una buena cosa. Pero también es importante el encaje de los supervisores nacionales, que son quienes mejor conocen a los bancos de cada país.
P. La escala de esta recesión apenas tiene precedentes. ¿La industria financiera es la que más ha fallado en esta crisis?
R. Hay varios actores en este drama: Gobiernos, reguladores, bancos centrales y, por supuesto, los bancos. Si me pregunta si los bancos van a aceptar su responsabilidad, creo que es muy importante que lo hagan. Que se disculpen. Que sepan que algunas de las cosas que han ido mal son atribuibles a sus errores. Debemos reconocer los errores que hemos causado y sus graves efectos sobre la economía.
P. ¿Es pesimista a corto plazo o ve usted brotes verdes?
R. Probablemente lo peor de la crisis bancaria está ya detrás de nosotros. Pero seguiremos batallando con algo bastante desagradable: una recesión muy profunda. Una de las peores cosas de una recesión profunda es el desempleo. Y está muy claro que lo peor del desempleo está por venir, no ha pasado. Es importante utilizar grandes dosis de realismo al evaluar en qué punto se encuentra la desaceleración económica global. Queda mucho. Para el mundo, 2009 va a ser un año difícil. Y 2010. Pero eso no nos debe llevar al inmovilismo: el deber de un banco es manejar los riesgos para salir de estos tiempos duros.
P. Londres ha sido el centro neurálgico de las finanzas globales durante más de 300 años. ¿Volverá la City a ser lo que era?
R. Sin duda. Es bueno para el mercado europeo que Londres haya tenido el éxito que ha tenido. Es cierto que algunas cosas han ido de mal en peor en Londres, pero también en Nueva York y en Madrid. No creo que la posición única que ocupa Londres en el mercado de capitales global haya quedado irremediablemente debilitada. Es y va a seguir siendo muy importante.
P. ¿La banca europea necesita pruebas de esfuerzo como la americana?
R. Sería improcedente que yo sugiriera que sí tanto en España como en la eurozona. En EE UU han ayudado para restaurar la confianza. Y lo mismo puede decirse en el caso del Reino Unido.
P. En el Reino Unido la política económica es ahora una extraña combinación en la que caben la devaluación de la libra, una agresiva política monetaria, una subida de impuestos y el intento de recapitalizar la banca. ¿Será suficiente?
R. Sí. En el caso de la banca, los grupos británicos tienen ahora grandes cifras de capital en términos históricos. La Autoridad de Servicios Financieros -el regulador británico- ha forzado a la banca a capitalizarse notablemente, muy por encima de los mínimos legales. Eso permitirá absorber eventuales problemas.
P. Barack Obama asegura que el sistema financiero deberá ser más estricto y conservador. ¿Eso significa más aburrido?
P. Los bancos ya somos más conservadores. La banca se ha movido en esta dirección. ¿Aburrido? Prefiero pensar que un banco debe ser predecible, transparente, para evitar shocks. La banca debe volver a destacar por la confianza, con niveles adecuados de capital y de liquidez. Pero tampoco hay que perder de vista cuál es el rol del sistema financiero. Su cometido es y debe ser asumir riesgos; ayudar a sus clientes a tomar los riesgos adecuados. No hay banca sin riesgo.
P. Precisamente, quizá el mayor problema de estos últimos años hayan sido las malas decisiones en la gestión del riesgo.
R. Por supuesto, en los últimos años se han tomado riesgos inadecuados. Por eso ahora los Gobiernos están tomando decisiones sobre la regulación del sistema financiero. Pero nunca deben perder de vista que los bancos deben tomar riesgos.
P. Uno de esos problemas de excesos fue el sistema de incentivos. Ante la cantidad ingente de dinero que han inyectado los Gobiernos en la banca, ¿está a favor de cierto control público de los salarios?
R. Los sistemas de compensación deben ser revisados a la luz de lo que ha pasado. La toma de riesgos a corto plazo se vio incentivada, en ocasiones, por el esquema de retribuciones. Y es muy importante, como parte de la reconstrucción de la confianza en la industria, que los sistemas de compensación tengan en cuenta los riesgos. Creo firmemente en un sistema de pago por objetivos, con el mejor encaje posible entre los intereses de los accionistas y de los directivos. ¿Eso significa que todos los bancos deben pagar parte de sus bonus en acciones? ¿Los salarios deben tener en cuenta riesgos futuros? ¿Está bien que haya un equilibrio entre sueldo fijo y variable? ¿Las estructuras salariales deben guiarse por el beneficio más que por el ingreso? Una industria que quiera recuperar la confianza tiene que tomarse esas cuestiones muy en serio.
P. El intervencionismo de los Gobiernos, especialmente en la banca, ha disparado los déficit y el endeudamiento en el Reino Unido, en EE UU, en todas partes. ¿Estamos ante una nueva burbuja, esta vez de deuda pública?
R. Después del colapso de Lehman Brothers, el Gobierno tuvo que moverse rápido y de forma decidida. Y lo hizo. Decidió qué bancos requerían apoyo. Inyectó el dinero suficiente. Fijó los objetivos correctos de capital, de fondos, de liquidez. Ahora bien, las consecuencias de esas decisiones sobre las finanzas públicas serán notables. Hay que tratar de volver al equilibrio fiscal; eso vale para el Gobierno británico y para todos los demás. Es esencial poner en marcha planes para la sostenibilidad de las finanzas públicas.
P. ¿Cómo ve el sistema financiero español? ¿Ha pasado lo peor también aquí?
R. Sí, lo peor ha pasado para la banca, pero nos queda aún lidiar con las consecuencias de la desaceleración económica y de los créditos dudosos. Una de las razones por las que a Barclays le gusta hacer negocios en España es la excelente regulación en este país. Los bancos centrales y reguladores de todo el mundo están mirando con gran interés al Banco de España por su labor como regulador, por cómo ha manejado el sector en los últimos años. Hay cosas que el mundo puede aprender de España. Pero lo peor de la desaceleración está ahí delante: el desempleo, la morosidad, todo eso. Los bancos y los reguladores deben tener claro que se avecinan meses muy peligrosos. Pero ahí está el paquete de ayudas aprobado por el Gobierno, que va en la buena dirección: asegurar depósitos, avalar a la banca, proveer capital, hacer todo lo necesario.
P. ¿Dónde ve los mayores problemas?
R. Lo más importante para los bancos son las consecuencias de la desaceleración, pero los bancos de todo el mundo, y también los españoles, están acostumbrados a gestionar eso. Uno de los problemas de los dos últimos años es que nos hemos encontrado con problemas a los que no estábamos acostumbrados. Y por eso ha sido tan difícil. No me gusta la profundidad de la recesión que puede verse en todo el mundo. Pero tiene una ventaja, y es que ahora la entendemos. Puede ser muy severa, pero la entendemos.
P. Barclays acaba de vender su gestora BGI, una división que hace unos meses consideraba prioritaria. ¿Tiene el grupo capital suficiente? ¿Da por zanjada la crisis?
R. El modelo de negocio no va a variar demasiado. Tras la venta de BGI somos uno de los grupos más capitalizados del mundo. La historia de Barclays es un relato de diversificación: de líneas de negocio, geográfica, de todo tipo. Pero lo básico no ha cambiado. El credit crunch ha creado una línea divisoria entre las entidades que lo han hecho bien en estas circunstancias y las que no. Estoy convencido de que Barclays está claramente en el primer grupo. Una forma sencilla de demostrarlo es la rentabilidad en 2007 y 2008: Barclays obtuvo beneficios esos dos años y va a anunciar resultados positivos de nuevo en los primeros meses de 2009. Y eso en un entorno muy duro. No hay que cantar victoria porque hay riesgos en el horizonte, pero está claro que ese mismo entorno duro ofrece una oportunidad competitiva muy inusual. Antes de la crisis no estábamos en Indonesia, Pakistán ni teníamos el negocio que ahora tenemos en España, donde hemos abierto un centenar de oficinas en los últimos meses, o banca de inversión en EE UU.
P. A la vista de lo que ha pasado, ¿fue una suerte perder la puja por ABN Amro?
R. No creo que fuera buena fortuna. Hicimos una oferta de compra básicamente con acciones. Y al caer la cotización, la oferta no prosperó. En ese momento podíamos haber cambiado la estructura de nuestra propuesta y ofrecer más pago en efectivo. Elegimos no hacerlo, y eso no tiene nada que ver con la suerte. -
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