El cura Castillejo dice adiós
El pacto entre la Iglesia y la Junta obliga al polémico presidente de Cajasur a dejar el cargo
El sacerdote Miguel Castillejo se va. A sus 75 años, y tras cumplir 26 como presidente de Cajasur, Castillejo ha anunciado su retirada al poner a disposición del obispo de Córdoba, Juan José Asenjo, su cargo como canónigo penitenciario del cabildo catedralicio, fundador de la caja cordobesa. Una vez que Asenjo acepte esta renuncia, Castillejo dejará de presidir la segunda caja más grande de Andalucía, tras Unicaja, y culminará el acuerdo que firmaron el consejero de Economía andaluz, José Antonio Griñán, y el obispo para poner fin a la guerra que la Administración autonómica y la caja cordobesa han librado en los últimos cinco años.
Su salida se producirá cuando el escenario político, que de forma tan hábil ha manejado en ocasiones precedentes, le es totalmente adverso. Tanto que sus últimos intentos para escapar del itinerario que le trazaron Griñán y Asenjo para esta última fase de su vida profesional se han quedado en eso, en intentos.
A lo largo de casi tres décadas, Castillejo ha impuesto su impronta en la vida económica, social, cultural e incluso política de Córdoba. Considera que la caja es un proyecto suyo hasta el punto de que un busto en la sede central de Córdoba le reconoce el mérito de ser el "fundador de la nueva Cajasur".
Para entender su larguísimo mandato hay que acudir a su capacidad de pactar con unos y otros. Su última maniobra de calado fue conseguir que el Gobierno del PP le hiciera, en 2002, una ley a su medida para conseguir que Cajasur escapase del control de la Junta de Andalucía en virtud de su fundación eclesiástica. Previamente, en 2000, había frenado su jubilación al lograr que el Ejecutivo central recurriese ante el Tribunal Constitucional la ley de cajas autonómica, que le obligaba a marcharse al tener más de 70 años.
Sólo tras las elecciones de marzo del año pasado, cuando Gobierno, Junta e Iglesia han coincidido en sus fines y en su estrategia, Castillejo ha comprendido que todo estaba perdido, que no cabían más alianzas salvadoras.
Sus maniobras para entorpecer el acuerdo entre Griñán y Asenjo no han funcionado y el obispo le ha llamado alguna vez para decirle que la Iglesia cumple los acuerdos que cierra. En estos últimos meses se ha movido para lograr algunas ventajas en su salida que, finalmente, han sido rechazadas. La más importante fue su intención de gestionar parte de la obra social de Cajasur a través de la fundación que lleva su nombre. Su salida se produce, además, tras un informe del Banco de España que recomienda cambiar algunos puntos de la gestión de la caja.
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