Satán en la Gran Vía
Segundo largometraje de Alex de la Iglesia, El día de la bestia supone upa nueva incursión del bilbaíno en los terrenos de un cine, fantástico que, así tratado, es una novedad en la historia de un cine español que de tramas satánicas sólo conocía algunos cutres productos subgenéricos realizados hace 20, 25 años. Menos balbuceante que Acción mutante; más ajustado el resultado estético a las intenciones de partida, El día de la bestia es la confirmación del talento narrativo de De la Iglesia, un filme construido con inteligencia a base de borrar de un plumazo la distinción entre cine de género y producto de autor.Sin rechazar las constantes temáticas y de puesta en escena propias del género terrorífico, el cineasta no renuncia a determinadas marcas de autoría que, en su caso, tienen que ver con la elección de un elenco del que están desterradas las grandes figuras, pero también con algo más intangible pero más efectivo como es una sabia mirada narradora, que muestra comportamientos aparentemente aberrantes, pero que huye del juicio, la sanción o el aplauso para dejar librado al espectador a una elección propiciada por la ambigüedad del narrador.
El día de la bestia
Dirección: Alex de la Iglesia. Guión: A. de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría. Fotografía: Flavio Martínez Labiano. Música: Battista Lena. Producción: Andrés Vicente Gómez para Sogetel-Iberoamericana y M. G. (Roma), España-Italia, 1995. Intérpretes: Alex Angulo, Santiago Segura, Armando de Razza, Terele Pávez, Nathalie Seseña, Maria Grazia Cucinotta, Saturnino García. Estreno en Madrid: Rex, Minicines, Liceo, Vaguada, Excelsior, Ideal y Alphaville.
Pero más allá de esta ambigüedad, que dota al filme de buena parte de su atractivo, aunque descoloque a algún espectador de los de adhesión fácil, Io cierto es que El día de la bestia destaca por su ajustada concepción del ritmo, abolutamente imparable, obra de un dominio sobre el montaje que ciertamente no era el punto fuerte de Acción mutante, por la irresistible visión de un Madrid increible, pero también desde un prisma que hace a la villa y corte sencillamente sorprendente; en fin, por un sentido del humor atento a los detalles ínfimos, pero iluminadores de la voluntad transgresora del cineasta.
Es difícil decir tantas cosas en tan poco tiempo, y además, hacerlo tan bien, con el sentido astuto del narrador adulto, pero con las formas de la película de cine de barrio. Y de su ojo curtido por la contemplación de tantos horrores infantiles surge una visión nueva de lo satánico, emparentada con la cultura basura, la música heavy, el hispánico esperpento. O dicho de otra manera, una mirada iluminadora sobre las potencialidades de un género que no pasa precisamente por su mejor época.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.