_
_
_
_
Análisis:Cosa de dos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Vampiros

Carlos Boyero

Hay que ser macabramente imaginativo y poseer un notable sentido de la tragicomedia para montar una serie a lo largo de cinco inolvidables temporadas que se desarrolla en una funeraria, describiendo la cotidianidad, las tribulaciones, amores, desamores y movidas varias de la familia que la regenta. Lo hizo el inteligente y desasosegante Alan Ball en A dos metros bajo tierra, que también podía presumir de los títulos de crédito más intrigantes y estéticos en la historia de la televisión.

Con estos antecedentes, añadidos al perverso guión que escribió para American beauty, se podía esperar algo consecuentemente insólito en la nueva entrega de este retorcido cerebro. Y el planteamiento de la serie True blood lo es. Se atreve a presentar algo tan improbable como que los vampiros intentan integrarse socialmente, su sed de sangre ya no contamina a los humanos y si pretenden clavar sus inofensivos dientes a éstos (fundamentalmente a ellas), buscan el noviazgo o sueltan una pasta por el alquiler de carne como cualquier putero que vaya de legal.

Los dos primeros capítulos no deslumbran pero te dejan intrigado. No te queda muy claro si la cosa va en serio o en broma, pero tiene un punto. También resulta transparente que va a haber un problemático amor entre una camarera con poderes telequinésicos que sabe lo que están pensando los otros (adivinen qué se le pasa por el coco a los borrachos a los que sirve copas) y un vampiro todo modales y romanticismo deprimido. Y entiendo que el cine y la literatura casi siempre los han dibujado como seres magnéticos en su estética y en su tormento.

Nos hace olvidar que estos bichos se alimentan de la sangre del personal, preferiblemente la de los parias. A lo peor lo de la sangre es metafórico. Cambiémoslo por el trabajo, las hipotecas y los ahorros de los débiles. No habitan en Transilvania, sino en bancos, en constructoras, en ayuntamientos, en la Bolsa. No les espanta el ajo, el agua bendita, la cruz, ni la luz del sol. Siempre resucitarán para seguir jodiendo al prójimo, pero sería consolador poder clavarles una estaca sin que te entrullen por ello.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_