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Conciertos para chupete y trompeta

El Ayuntamiento de Vigo organiza este fin de semana seis conciertos para fetos y bebés

Si está embarazada y no le gusta el chunda-chunda, no entre en Bershka, porque su hijo, con los años, revelará una afición desmedida a los ritmos machacones. O no.

Casi todas las mujeres, cuando están embarazadas, le ponen Vivaldi al feto porque alguien les ha dicho que así determinarán sus gustos musicales, y cuando la criatura nace, comprueban con decepción que Las Cuatro Estaciones no funcionan. Que el niño no deja de llorar con la Primavera y que, a los tres años, sólo le gusta bailar con los éxitos de Operación Triunfo.

Ahora, el Ayuntamiento de Vigo se propone demostrar que lo contrario es posible. Y para eso ha contratado los servicios de Paulo Lameiro, pedagogo y músico portugués, además de director de la Escuela de Artes SAMP en Pousos (Leiría, cerca de Fátima). Lameiro, que investiga a diario en su país con embarazadas y niños de 0 a 5 años, visitó Vigo en noviembre, durante el festival Are-More, y ahora vuelve para dirigir seis conciertos desde hoy hasta el domingo en el auditorio del Verbum.

Entre los adultos, "un 17% tienen muy buen oído y un 17% lo tienen muy malo"

Será difícil conseguir entradas, porque el aforo de cada espectáculo (hoy, a las 16 y 17.30 horas; mañana y pasado, a las 11.30 y 13) se limita a 50 niños con sus respectivas madres y las localidades sólo cuestan 2 euros. No obstante, el propio director de las actuaciones explica que los padres que no consigan butaca no deben perder cualquier oportunidad que se les presente de hacer escuchar a sus hijos música en vivo.

Porque un concierto en directo es, según Lameiro, mucho más vibrante y "cinco veces más efectivo que un CD". Y quizás por eso, porque solamente lo escucharon grabado, Vivaldi no funcionó.

El pedagogo asegura que "hay muchos estudios de musicología" que avalan "el vínculo especial" de los fetos y los bebés con las melodías. Según él, "no existe una música más adecuada que otra", porque cada niño, como cada adulto, tendrá desde el principio sus propias preferencias. Aunque, en el útero, el niño percibe la sensación de placer o disgusto que pueda sentir su madre ante determinada música, "él no tiene por qué estar de acuerdo", y quizás prefiera a Bisbal antes que a Freddie Mercury, y la bossa nova antes que el bakalao de Berska.

Es el niño el que tiene que elegir. El repertorio de los conciertos para bebés que se van a celebrar en Vigo va del jazz al rock y del folclore tradicional al gregoriano, pero su base está en lo clásico porque "su organización estructural es más rica y diversificada" y porque el niño puede apreciar más matices y procesar mucha más información en esta música acústica.

El sentido del oído es el primero que se desarrolla. Desde el cuarto mes de gestación, el feto es capaz de escuchar, y "todos los afectos y emociones le llegan en forma de sonido". El corazón de su madre, su voz, su respiración, llenarán los primeros momentos de "su fortísima memoria intrauterina", y luego empezará a percibir otros sonidos procedentes del exterior.

El equipo de Lameiro comenzó a trabajar con los bebés en 1998. Desde entonces, los intérpretes han comprobado que, con los niños, las nanas cumplen una función y existen en todas las culturas, pero no cubren todas sus necesidades. Y han descubierto que tanto funciona la música instrumental como vocal, aunque, en este segundo caso, es mejor "cantar sin palabras", porque las palabras despistan al niño, que intenta comprenderlas y no se centra en la melodía. Además, han aprendido que cada pieza debe ser corta para no perder su capacidad de sorpresa, y que las audiciones no son tan efectivas si el niño no va acompañado de su madre y ésta no lo sostiene en brazos.

De esta manera, cada requiebro de una canción alterará "la pulsación arterial, cardíaca y respiratoria" del crío, que no llorará hasta que se acabe la función. "Si asisten 60 pequeños a un concierto", quizás llore uno porque le están saliendo los dientes, pero "los otros 59 callarán".

"En los primeros 4 minutos", continúa Paulo Lameiro, "uno, dos o tres, lo máximo, llorarán, porque para ellos, escuchar música en directo será como contemplar el mar por primera vez para alguien que lleva toda la vida viéndolo por televisión: una emoción muy fuerte". Luego, sin embargo, callarán, y entonces, los musicólogos podrán aventurar si el niño va a tener buen o mal oído cuando crezca.

"Todos los seres humanos nacemos con capacidad para hacer, escuchar y comprender la música pero, en la edad adulta, un 66% tendrán una aptitud normal, un 17% la tendrán muy buena y el resto, otro 17%, la tendrán muy mala".

En Leiría, los profesores "miden la capacidad musical del bebé a través de sus tiempos de concentración". Incluso observarán si reacciona de forma diferente ante la misma pieza según la interprete "un músico excelente o un músico malo". Pero, al final, el bebé más dotado para la música será el que "no se mueve durante todo el concierto y abre mucho los ojos y la boca", porque "su instinto le dice que", si cambia de postura, "la maravillosa experiencia que está viviendo se puede echar a perder".

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